domingo, mayo 31, 2009

La Batallita de Ideas

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Mientras se expande como la pólvora entre cientos de blogs cubanos - la mayoría en el extranjero y no pocos desde la propia isla - la convocatoria, para el día de mañana, a manifestar los buenos deseos de que el gobierno cubano entre en razones y distienda su rígida política de libertades civiles, reaparece un frente oficialista virtual, un pelotoncito, mayormente repetidor de consignas, que incluso ya sacó la parodia de uno de los carteles diseñados para el evento digital.

Los bloggeros que escriben desde dentro de Cuba se dividen en dos sectores muy bien delimitados: los que reflejan sus propias impresiones de la vida nacional, contando las duras jornadas del cubano medio, desnudando al sistema en sus múltiples puntos flacos, y los que cantan loas a Fidel Castro y a la gloria revolucionaria, achacando siempre las culpas de la debacle nacional a la saña imperialista.

Aunque en ambos grupos hay quien escribe bien y quien se defiende como puede, el segundo piquete tiene la característica inconfundible de usar la retórica oficialista como base conceptual, en un marco polítiquero en el que los clichés superan a la razón. El más recurrente de los esquemas gusta de acusar, a los bloggeros no castristas, de ser asalariados del imperio; pero el cartel que ahora circulan, parodiando al original nuestro, lleva implícito un contrasentido que ellos mismos difícilmente comprendan.
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El cartel inicial, pide: Libertad para los presos políticos, libertad de entrar y salir del país, libertad de acceso a internet. La versión de ellos, en parodia – como si dijeran “esto es más importante y trascendental que esa mierda de ustedes” – pide: Fin al bloqueo contra Cuba, fin del apoyo al terrorismo, fin a la guerra mediática. No son capaces de imaginar que nosotros también queremos el fin del embargo, que estamos en contra del terrorismo - lo mismo el de la ETA, que el del ex presidente Bush, que el de Posada Carriles, que el del remolcador 13 de marzo - que no somos el imperialismo norteamericano, ni siquiera la FNCA, y que lo que piden no está en nuestras manos resolverlo, porque ni siquiera tenemos la güara con Obama que sí tienen ellos con Raúl Castro. Lo de la "guerra mediática" quizás tenga que ver con nuestra participación en la difusión de ideas y noticias, pero más con las publicaciones internacionales que, de cualquier modo, no llegan a la gente de Cuba. Ese tercer deseo paródico es la revelación de un anhelo: que nadie jamás les lleve la contraria.

Puede que tampoco esté en sus manos liberar a los presos de conciencia, ni facilitar una reforma migratoria, ni permitir el libre acceso de los cubanos a internet, pero sí está en las manos del gobierno al que ellos representan y defienden con tanta vehemencia. Obviamente, es más fácil volver sobre los trillados lemas en contra del enemigo imperialista que afrontar la legitimidad de nuestra petición. Es más fácil poner a sus hermanos en la línea enemiga, macarrónicamente mezclados con la CIA y la Casa Blanca, que desacreditar con argumentos creíbles la justeza de nuestra movilización virtual.
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En fin, compañeros, mañana nos vemos tempranito en la plaz@.
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martes, mayo 26, 2009

La estatua de Stalin en La Habana

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De mil maneras diferentes sobrevive en Cuba el legado estalinista. Si bien ya no se le rinde pleitesía evidente a cosa alguna que haya parido la ex Unión Soviética, el refuerzo de la maquinaria estatal, el control de la información y la manera arbitraria en que se manejan la legalidad política y las libertades civiles, siguen manteniendo a nuestra sociedad con la imagen de un nicho superviviente de aquel gobierno luminoso que, luego de cumplir su parte en la eliminación del genocidio nazi, se encargó por cuenta propia de liquidar – según los historiadores aún no puestos de acuerdo – entre cuatro y sesenta millones de personas.

El georgiano Iósif Visariónovich Dzhugashvili, más conocido por el apodo Stalin – del ruso stal, que significa “acero”, con todo y el sufijo personal in, el mismo que usara Lenin – , supo extender su influencia mucho más allá de las fronteras soviéticas, y de alguna manera surrealista, convertir a nuestro país en su más ferviente albacea occidental.

Llegará el día en que nuestro propio legado totalitario, el fidelista, sea más reverenciado en otros países que en el nuestro, y es de presumir que los llantos por la eventual muerte del máximo líder se escuchen más afuera que adentro. Cuando hace pocas semanas leía las declaraciones de los socialistas mexicanos, esos que encabeza López Obrador y que llegaron a justificar las recientes reflexiones anti mexicanas del comandante, y con estupor descubría como una de esas personas llegaba a decir que “Fidel nunca se equivoca”, no podía dejar de imaginarme el futuro fallecimiento del comandante con tintes parecidos a los de la muerte de Stalin y su repercusión en los partidos izquierdistas del mundo.

En 1953, al día siguiente de fallecer el Genial Guía de los Pueblos, apareció en Les Lettres Françaises, el semanario cultural del Partido Comunista Francés, un número especial dedicado al recién desaparecido dictador. El dibujo de Picasso que homenajeaba al líder fue sin embargo muy mal recibido entre los comunistas franceses, quienes vieron una caricatura burlesca en el trazo, una ofensa al finado dirigente del PCUS, y exigieron la recogida y quema de todos los ejemplares de la publicación. Tanto Louis Aragon (director del periódico) como el propio Pablo Picasso, se plegaron ante la protesta y pidieron infinitas disculpas a golpe de pecho. Al parecer, tampoco Stalin se equivocaba jamás.

Stalin se pasea por nuestra capital aún después de casi sesenta años muerto. Y hoy día muchos izquierdistas mexicanos siguen a Fidel con la misma lealtad conque Alfaro Siqueiros organizara el asesinato de Trotsky en 1940.

Al menos la estatua habanera al Genial Guía de los Pueblos, esa a que hace referencia el título de este escrito, sólo existe en la ignorancia y confusión de un fotógrafo canadiense, uno que, de alguna manera no menos surrealista, y acaso ofensiva para nuestra nacionalidad si no fuese tan ridículamente chistosa, subió a una web de viajes turísticos la foto contrapicada de la efigie de Stalin en La Habana.

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Stalin statue, Havana, dice el pie de la foto en la página TripAdvisor, firmada por LabLight, desde Canadá.
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lunes, mayo 25, 2009

Ojalá que llueva bistec

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Me ha tocado vivir en una zona del planeta donde la carne de res no sólo es abundante sino que goza de una calidad envidiable. El noroeste mexicano se destaca del resto del país, y del mundo, por su espléndida ganadería. La cultura norteña tiene, además de música grupera y mujeres hermosas, una variedad incontable de platos elaborados con carne de res, que suelen acompañar a las tortillas de harina o maíz con innumerables refuerzos vegetales, frijoles, chile, queso...

Para cualquier cubano que viva en Sonora es difícil no pensar en la familia y los amigos que quedaron en la isla cuando le baila en las manos un burro percherón desbordado con la carne de res más suave y apetitosa que imaginarse pueda. No importa el tiempo ni lo que pueda uno acostumbrarse a ver ese tipo de alimento como algo accesible y cotidiano, siempre quedará en el fondo algo de culpabilidad al pensar que los seres queridos de Cuba han sido diabólicamente despojados del consumo de carne de res, como también nos sobrevive una especie de ansiedad congénita, algo que nos hace imposible dejar sobras, que nos compulsa a comer aunque no tengamos hambre, con esa ancestral sensación de que quizás mañana ya no se pueda conseguir un bocado de comida similar.

En la Habana de mi infancia la carne de res era parte común de la cuota, aquella que llegaba a la carnicería de la esquina con bastante asiduidad. Como casillas del MINCIN se podía conseguir la carne de primera para hacer bistecs decentes, o la carne de segunda conque mi madre hacía “ropa vieja”, o bien un amable picadillo rojizo, o las latas de carne rusa que desbordaban los anaqueles de cualquier mercadito de barrio. Luego, como casi todo lo demás, la fibra cárnica de ganado mayor se dio a la fuga, dejándonos en la ciudad una epidemia de neuritis escoltada por el picadillo de soya o cáscara de plátano, y los bistecs de toronja o frazada de piso.

De los noventa para acá sólo en algunos mercados podía encontrarse la preciada carne, en la moneda inalcanzable, y la mayor parte de las veces le pasábamos por el lado con un suspiro de resignación, dejando los ahorros para una jamonada de extraña factura, o un paquete de salchichas. Comí carne de res durante unas vacaciones en Las Tunas, con la familia de mi esposa. Ya sabemos que en Cuba cualquiera va preso por matar a su propia vaca, pero los campesinos siempre se las arreglan para “accidentar” a una novilla por un barranco, cuando hay lluvias y se hace difícil el acceso de las autoridades sanitarias. Así se dan el lujo, una vez al año, de probar la carne de sus propias vaquitas consentidas.

Citando al comediante y músico Anael Granados, que a su vez parodiaba a Juan Luis Guerra en uno de sus espectáculos humorísticos allá en La Habana, hoy por hoy, no creo que nuestros compatriotas tengan una plegaria más legítima, incluso por encima de las ansias de distensión y reclamo de derechos civiles, que la rogativa “Ojalá que llueva bistec”. Porque nunca fuimos una nación vegetariana, ni voluntariamente hicimos sagradas a las vacas, y aquel que nos gobierne deberá estar consciente de que no sólo de picadillo de soya vive el hombre.

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Anael Granados y su parodia Ojalá que llueva bistec.

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jueves, mayo 21, 2009

Pablito en Hermosillo con la República

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Anoche, miércoles 20 de mayo, en el aniversario no celebrado en la isla del nacimiento de la República cubana, Pablo Milanés en persona llegó a la ciudad de Hermosillo para ofrecer un concierto, como noche de gala de las Fiestas del Pitic, esa despampanante romería que se ha consolidado como la celebración cultural más popular del estado de Sonora.

La visita de Pablo, la cuarta en diez años a la ciudad y la segunda para el evento, ocurrió por casualidad, pues la invitada original era Rosario Flores y esta canceló a última hora su presentación debido a la paranoia del virus H1N1, así que Pablo Milanés sacó la cara y vino para llenar con sus canciones el escenario construido en la Plaza de la Bandera. Un concierto con los temas clásicos y algunos recientes, no muy extenso, pero eso sí, portador del encanto permanente que siempre ha tenido una de las figuras más queridas de la Nueva Trova cubana.

Para mi generación, Pablo es como un amigo cercano de los ochenta, alguien que siempre te acompaña donde quiera que estés. Pero lo curioso de su inserción en este contexto, es que muchos de los hermosillenses maduros aún lo esperaban con la ilusión de mirar de cerca a uno de los símbolos de la Revolución cubana. Ellos vivieron en esta ciudad, en sus años estudiantiles, una época de subversión, sufrieron la represión del gobierno mientras reclamaban derechos civiles y cantaban loas a los íconos libertarios del Che y Fidel, imágenes que aún conservan intactas, y para ellos nada ha cambiado. Cuba sigue siendo el faro de América y Pablo Milanés un cantor de la Revolución.

No hay manera de explicarles que Pablo, gracias a su colosal sensibilidad, en los últimos tiempos ha definido públicamente su posición de artista y ser humano ante la institucionalizada contrarrevolución de nuestro país. Ha hecho un llamado a regenerar las filas del gobierno, convencido de que (según sus propias palabras) “estamos paralizados en todos los sentidos, hacemos planes para un futuro que nunca acaba de llegar”… No hay manera de hacerles entender que ya este Pablo no es el mismo que cantaba Bolívar lanzó una estrella que junto a Martí brilló / Fidel la dignificó para andar por estas tierras, cuando hace muy poco tiempo declaró en España “No confío ya en ningún dirigente cubano que tenga más de 75 años (…) Hay que pasar el testigo a las nuevas generaciones para que hagan otro socialismo, porque este socialismo ya se estancó.”

En México se celebra con día feriado el nacimiento de la constitución, el 5 de febrero. El gobierno de Cuba ha dejado el día en que por primera vez se izó la bandera cubana en edificios oficiales, como una fecha de vergüenza para una república demasiado emparentada con los americanos. Así que el concierto de Pablo, de alguna manera, sirvió a la comunidad cubana de Hermosillo para celebrar, junto a un cantautor de ideas coherentes, junto a los románticos de la izquierda mexicana y los demás, un punto de equilibrio entre la ilusión y el amor auténtico por las raíces de la patria.

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Pablito, anoche después del concierto en Hermosillo, compartiendo con cubanos y mexicanos.

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martes, mayo 19, 2009

Exterminadores de ángeles

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Cuando al escritor Ángel Santiesteban le retiraron la conexión a intranet, y su correo de cubarte quedó desconectado, sólo faltaba un detalle: darle una buena sacudida.

No era suficiente que un escritor reconocido - con premios como el Juan Rulfo, el Casa de las Américas y el Alejo Carpentier, un escritor que desde la isla se atrevía a escribir para la web cubaencuentro, y que en su blog Los hijos que nadie quiso redactaba como si se encontrase en un país con libertades civiles - se quedase sólo con la simple sanción moral de ser excluido de la red informática de la cultura cubana. No era suficiente el castigo de cerrarle su ventana personal al mundo, en un intento majadero de que el mundo no se enterase de sus palabras. Hacía falta un escarmiento más ejemplarizante.

Y eso ocurrió este domingo. A Santiesteban lo interceptaron unos presuntos miembros de la seguridad del estado, le arrebataron los papeles que llevaba consigo, y lo golpearon de la manera más marginal, con tubo y navaja, dejándole heridas y un brazo fracturado. Puede que estemos especulando con eso de “miembros de la seguridad del estado” - si apenas contamos con la prueba circunstancial del carro marca Lada del cual emergieron los atacantes -, porque no hubo demostración de artes marciales, sino de algo que en Cuba se le denominaría “chacalismo”. Quizás hubiese sido demasiado obvio mandar a combatientes entrenados para golpear al escritor con técnicas precisas, y por ello fue más discreto enviarle algunos de esos activistas del contingente Blas Roca, albergados, incultos y manejables constructores que ya otras veces se prestaron para apalear al pueblo en nombre del pueblo mismo.

Si se diera el caso de que la golpiza propinada a Santiesteban saliera a la luz pública en la prensa oficial, ya sobrevendrían los elogios a aquellos “héroes anónimos del pueblo” que manifestaron con vehemencia revolucionaria su inconformidad al escritor mercenario, al apátrida vendido al oro imperialista. Probablemente, como en aquel viejo cuento de Marcos Behmaras, narrarían como Ángel proyectó maliciosamente su rostro contra el puño del fornido atacante, o la manera taimada conque su brazo agredió el tubo de metal del compañero que salió del Lada.

Hay que reconocer que la represión en nuestra moderna Cuba pocas veces se efectúa de manera obvia. Nuestros esbirros no gustan de dar la cara, por el contrario, les encanta manipular a terceros para que cumplan la sucia misión de la contraprotesta. No sacan fuerzas antimotines, sino que organizan a sus fieles para que representen el papel de la masa popular enardecida ante la camarita de CNN.

Así que fueran o no de la seguridad los gorilas que atacaron a Ángel Santiesteban el domingo, jamás se mostrarían públicamente uniformados a la hora de masacrar a un escritor. Lo apalearían de muy buen grado, pero eso sí, vestidos con sus guayaberas civiles recién planchadas.

Hombre, los compañeros revolucionarios jamás se comportarían como batistianos.

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lunes, mayo 18, 2009

Cuando se vuelva a ir la luz, mi negra

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Ya a las alturas del 2002, en Valencia, España, Frank Delgado retomaba el antológico tema El blues del Apagón, y decía: “Esta canción que les voy a cantar (…) ya las circunstancias en que la hice no se dan, pero igual la gente me la sigue pidiendo…”

Por aquella época parecía despejarse el fatídico presagio de los atávicos apagones cubanos. Se espaciaban razonablemente los cortes eléctricos y para cuando Frank cantaba a los valencianos de Bétera, el dantesco verano del 94 lucía ya un tanto lejano y romántico para los moradores de la isla.

Pero como las cosas con nosotros nunca son tan simples, bastó apenas un par de años para que retornase la maldición. La rotura de la termoeléctrica Guiteras nos volvió a sacar de paso y el fantasma del período especial se paseaba una vez más por el archipiélago con saña inmarcesible. Desde entonces cada verano nacional es un proemio al miedo más visceral del ser humano: el miedo a la oscuridad.

Ahora ya está muy cerca el estío 2009, y aún a pesar de los recurrentes alivios del viaducto Maracaibo, acaba de salir la nota de nuestros gobernantes criticando el gasto excesivo de electricidad en el país, llamando a hacer economías, a vivir con mayor austeridad, y especialmente, al “aterrizaje” (sic) de los compatriotas que aún “no aprecian la gravedad de lo que está sucediendo en el mundo”.

Para quien ya aprendió, a fuerza de costumbre, a predecir el futuro próximo a partir de notas oficiales como esta, no va a resultar extraño que julio y agosto vuelvan a ser para Cuba un averno más de calor y tinieblas. Nuevamente las culpas van a recaer en la falta de ahorro de la población, no en la ineptitud de los dirigentes para conducir un país, y por enésima ocasión el verano isleño llegará con larguísimas noches en vela, con los vecinos jugando dominó en la acera, debajo del farol de la esquina, cabeceando en los portales o abanicando al bebé con una vieja revista Bohemia.

Jamás olvidaré como, en enero del 2006, el máximo líder anunció, en solemne acto televisado desde Pinar del Río, que los apagones habían terminado de una vez y para siempre, que se avecinaba una revolución energética y que el viejo esquema de las plantas termoeléctricas sería reemplazado por pequeñas plantas de diesel o fuel oil sincronizadas regionalmente, y con la construcción de convertidoras de gas asociado con el petróleo. Fiat Lux.

Apenas alcanzo a meditar en la persistente recurrencia de la historia, en los caminos en círculo y como, en los albores del socialismo cubano, el jefe supremo prometió que los experimentos genéticos con el ganado vacuno llevarían a una producción de lácteos más poderosa que la de Holanda, y que la leche saldría “por tuberías”.

Julio Vázquez, viceministro de Economía y Planificación, dijo este fin de semana que ya existe "un plan de horarios programado" para los eventuales cortes de electricidad. No resulta nada nuevo para nosotros, salvo la confirmación de que el blues de Frank Delgado gozará de excelente salud por mucho tiempo más en nuestra historia patria.


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El blues del apagón, ya vuelto a confirmar en su perpetua vigencia, junio del 2005, en el teatro Amadeo Roldán.

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martes, mayo 12, 2009

Pánfilo y el Reality Bufo

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El llamado “efecto Pánfilo” no se detiene. Cuando subí el post anterior, aún reconociendo el creciente interés que despertaba el vídeo, no podía imaginar hasta qué punto el negrito alcohólico de El Vedado devendría en héroe. Entre los muchos comentarios que ha dejado la gente en mi canal de youtube se destacan quienes le dan enérgicos vítores, quienes se ofrecen para hacer colectas y llevarle comida a 3ra y C, y tampoco faltan los mitómanos anunciando que las autoridades cubanas ya desaparecieron a Pánfilo.

En la popular web cubaencuentro acaba de aparecer ya un segundo artículo sobre el tema, esta vez de Yesenia Selier, donde se hace un análisis del Efecto Pánfilo desde el punto de vista racial.

Aún estando convencido de que el alcoholismo no tiene color, que beodo es más que blanco, más que mulato, más que negro, y que cualquier cubano pasado de tragos, de cualquier raza, pudo haber expresado lo mismo en similares condiciones, sí creo que el físico y voz de Pánfilo han aportado buena parte de la fuerza que tuvo el mensaje final.

El personaje del negrito bufo ha funcionado desde que lo implantase Francisco Covarrubias en el siglo XIX. Aunque encarnado por comediantes blancos, entre los que destacaron figuras como Arquímides Pous o Enrique Arredondo, siempre se remitió al arquetipo de un negrito vivo y sinvergüenza, sin falta atrevido, bailador, enamoradizo y juguetón como ningún otro. En los noventa puede decirse que el mismo esquema vernacular continuó con el personaje Boncó Quiñongo, en el programa televisivo Sabadazo, esta vez sin necesidad de usar tinte de corcho quemado, pues el naturalmente negro comediante Conrado Cogle le aportaba una autenticidad sin precedentes a la ya larga tradición del bufo nacional.

Ahora nos tropezamos con algo que casi pudiéramos llamar Reality Bufo. Una escena que comienza con la disertación de una contrafigura, no un gallego en este caso, como era usual en los años veinte, o Carlos Otero en el caso de Sabadazo, sino otro prieto que, aún a pesar de su sombrero desgarrado, comunica cierta coherencia y se establece como el antagonista serio que es hostigado por el protagonista. Este personaje - extraña mezcla entre el buen gallego y el clásico negrito catedrático - es interrumpido repetidas veces por el insistente Pánfilo, lo cual se establece como el detonante principal del chiste que tanto nos ha hecho reír en los últimos días.

Pánfilo, sin proponérselo, expandió una costumbre vernacular que, desde los años de Covarrubias, ya servía para satirizar a los poderosos. Y la musicalidad del personaje tradicional queda a toda prueba con el reguetón de Dj Sarracent, ese remix del video que nos sorprende con el natural canto en la expresión cotidiana del negrito habanero.

No creo que se trate de racismo, mucho menos determinismo racial. La difundida comparación con Obama y los códigos presidenciales no pasa de ser una analogía chistosa. Pánfilo simplemente da continuidad, en plan reality, a la muy extensa historia de rica escena vernacular cubana.

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miércoles, mayo 06, 2009

De cámaras fotográficas, internet y caminos en círculo.

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1990

El negro, como le decían en el barrio, ya era fotógrafo a comienzos de los noventa. Aunque había estado en Italia, medio enredado con una rubia muy flaca y había conseguido poner una exposición de fotos en una sociedad de amistad con Cuba - con vistas de solares y sincretismo de La Habana Vieja -, no había podido reunir suficiente dinero para comprarse la cámara fotográfica de sus sueños. Le tenía echado el ojo a una Nikon de la diplotienda, pero en el año noventa tener dólares encima era lo mismo que pasearse por la antesala de la prisión, sin contar conque sólo se podía pagar en la caja de la diplo demostrando la condición de extranjero mediante la presentación del pasaporte.

El negro aprovechó que un conocido italiano - un solidario músico que en Italia lo había hospedado sin cobrarle un centavo - iba a pasar un curso de percusión en La Habana, y le puso el contacto a Mayito para que lo alquilara en su casa de Miramar. Mayito tenía que darle la mitad de lo que ganara, a tenor del afortunado enlace, y ambos saldrían contentos del negocio. Mayito resolvería para comer en medio de la crisis, y el negro para comprar su cámara fotográfica y mejorar sus fotos sobre la pobreza habanera.

Ya instalado el italiano en la casa de la calle 26, el fotógrafo le pidió que le hiciera la compra en la diplotienda, y el buen señor lo complació, incluso desconociendo que los billetes habían salido de su propio bolsillo. El negro tuvo su cámara y todo el mundo feliz.

2009

Ya nadie va a la cárcel en Cuba por tener dólares en el bolsillo, y técnicamente es posible ir a cualquier tienda a comprar una cámara fotográfica. El negro todavía gusta de usar aquella Nikon de vez en cuando, aunque ahora ya tiene una cámara digital Olympus E-500 que le regalaron en Italia el año pasado. Sigue montando exposiciones en las sociedades de amistad con Cuba, sigue llevando imágenes de solares, pobreza y sincretismo albañal, pero ahora tiene problemas para comunicarse con una página de internet en la que se venden sus obras desde un portal florentino.

Mayito ya no vive en Miramar sino en Hialeah, así que el negro acude a otro vecino, Jesús, que tiene un almendrón y puede pasear por la ciudad a su amiga italiana, una diseñadora napolitana que, a punto de llegar, sueña con retratarse delante de la imagen del Che en la Plaza de la Revolución. Jesús le cobra veinte pesos convertibles por cada uno de los siete días de paseo, de los cuales cinco son para el negro, quien también los acompaña, se deja invitar a comer y a beber, y al mismo tiempo guarda efectivo para su tarjeta de internet en un hotel habanero.

Pero el negro acaba de enterarse que ya los cubanos no pueden adquirir tarjetas para ingresar a Internet en los hoteles, así que pide a la amiga italiana que lo acompañe al Meliá Cohiba y, mediante la presentación de su pasaporte italiano, compre aquella tarjeta con la que puede mirar si hay interesados por su obra en la web extranjera. Ella, sin saber que el dinero que le extiende salió de su propia cartera, accede gustosa y luego de pasar por la Plaza de la Revolución, donde otros muchos turistas ya se sacaban fotos delante de la reproducción gigante de la imagen histórica de Korda, luego de dejarse inmortalizar también por la cámara del negro, lo llevó en el almendrón al hotel para conseguir la tarjeta y que el cubano pudiera entrar por fin a Internet.

El negro supo que había vendido la foto de un babalawo al gerente de un restaurante danés, revisó su G-mail, su Facebook y aceptó una vez más la invitación para almorzar en una paladar de Centro Habana. Y todo el mundo feliz.
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