lunes, agosto 31, 2009

Día Mundial del Apagón.

_
Un correo con millones de reenvíos le está dando la vuelta al mundo. Escrito en español, inglés, chino, portugués, árabe, francés, griego, alemán, ruso y holandés, invita a todos a lo que se ha dado en llamar “oscuridad mundial”, o sea un apagón global voluntario que debe tener lugar el día 17 de septiembre desde las 21:50 a las 22:00 horas, para cada quien según su medida de tiempo local.

La convocatoria – la más reciente de otras que ya han tenido lugar – pide que, durante esos diez minutos, todos apaguemos luces y equipos eléctricos, con el noble fin de que el planeta “pueda respirar”, además de que esos breves instantes de ausencia masiva de consumo eléctrico servirán para lo que han catalogado como un “ahorro brutal” de energía.

Nobles ideas ecologistas, sin duda alguna. Aunque, como era de esperar, cuando abrí aquel mensaje, lo primero que me vino a la mente fue: ¿Cuántas de estas copias habrían ido a dar a Cuba, o a las manos de cualquier cubano de los tantos que andan por el mundo?... Y en consecuencia: ¿cómo reaccionaría un cubano medio ante la solicitud de un apagón voluntario?

Aún reconociendo el altruismo de la causa, un plan que, con sus escasos diez minutos de ahorro apenas va a compensar el mastodóntico gasto que por años han tenido las naciones electrificadas, conserva no obstante el mérito de apelar a la conciencia de la gente sobre la contaminación del planeta, no estoy seguro de que el llamado nos sirva igual a los cubanos que, mientras una buena parte del mundo civilizado derrochaba electricidad, vivíamos en medio de apagones constantes, nada voluntarios y perdurables en el tiempo según las caídas estrepitosas de la economía, la rotura repentina de alguna termoeléctrica o el eventual descenso en el abastecimiento de petróleo.

Leo el llamamiento y pienso que los cubanos hemos sobrecumplido con creces nuestra cuota de ahorro energético, indirectamente beneficiando a la naturaleza, y directamente afectando a nuestro buen humor, seguro de que cada uno de los promotores de la convocatoria, aún siendo probablemente buenas personas, han gastado combustible tanto como centenares de nosotros, que nunca sufrieron apagones de doce horas por doce horas en los más calurosos meses del verano tropical, y que por tanto, desconectar apenas diez minutos todos los equipos de casa les puede resultar un ejercicio gracioso, un pequeño desafío a la oscuridad que transcurrirá en un abrir y cerrar de ojos, para luego sentir la satisfacción de haber “hecho algo” por evitar el calentamiento global y la lluvia ácida.

El llamado anterior, conocido como La Hora de la Tierra y convocado por la ONG ecologista WWF (Fondo Mundial para la Naturaleza, siglas en inglés), tuvo lugar el 28 de marzo de este año y consiguieron que, durante sesenta minutos y partiendo de Sidney, se apagaran sitios tan notorios como el Museo del Louvre, el Coliseo Romano o las Torres Petronas, muy orgullosos ellos por los mil quinientos edificios que quedaron a oscuras en la bahía de Hong Kong, mientras ya la nueva crisis energética cubana no dejaba más opción que desconectar barrios enteros en los siempre recurrentes “apagones programados”, oscureciendo empresas, fábricas y hasta frigoríficos por incumplir los apretados planes de ahorro.

A título personal, y aún siendo ecologista de corazón, ese día 17 de septiembre pienso encender por diez minutos todas las luces de mi domicilio, poner al unísono cada equipo eléctrico, incluyendo música, televisión, microondas, refrigeración y hasta la plancha, para ver si consigo sentirme un poco culpable por contaminar la atmósfera terrestre, luego de tantos años en la isla sin apenas poder hacerlo.

_


Malasia, orgullosa de su apagón.

_

miércoles, agosto 26, 2009

JAMA Y LIBERTAD: Pánfilo y su bandera accidental.





Pánfilo, hoy por hoy, es el símbolo cubano más universal en internet, es la foto de Korda del Che en la 2.0, la Guantanamera de los archivos de youtube. Se ha multiplicado como la verdolaga, como los panes y peces, o como una enfermedad venérea en el ducto de salida del totalitarismo. Se ha esparcido cual cáncer, muy a pesar de las normas higiénicas que el gobierno ha instaurado dentro de sus fronteras, muy a pesar de los recursos invertidos en que la epidemia de internet no llegue a las costas cubanas.

Jama, vocablo de extraño origen (cuentan que los españoles de posguerra tenían este dicho recurrente: “jamón jamás jamarás”), aceptado por la academia y visible en el Larousse, se volvió grito de guerra, chiste amargo y alegoría familiar en cualquier latitud donde fueran a dar cubanos con un ordenador y el anárquico poder de comunicarse con el resto de la humanidad.

Pánfilo, el héroe anti-heroico, el símbolo a pesar suyo, el beodo popular que devino voz de la sobria sociedad cubana, ahora está tras las rejas, en cana rumiando sus momentos de alcoholizada lucidez. Aterrorizado mártir de la curda, humano minimizado por las fuerzas mayores del poder, sin saberlo ya es un elemento de mutación en la historia de su nación.

Pánfilo, sin ser rebelde, sin ser opositor, sin agarrar un machete en la mano, alzarse en las montañas o editar publicaciones en contra de la dictadura, sin siquiera darse cuenta de lo que hacía, se ha convertido en un elemento del cambio social que ya se nos avecina. Y su liderazgo, como un Chaplin vagabundo que accidentalmente se pone delante de la manifestación, agitando la bandera por error, está sirviendo lo mismo para la generación hastiada por tanta falta de libertad, en un marco casi bufo, surreal, muy acorde con estos últimos años de nuestra historia patria.

_


JAMA Y LIBERTAD, en el blog Salcedo Diario, la convocatoria.
_

miércoles, agosto 19, 2009

Jama, libertad... y cordura.

_
I. Yo no tengo la culpita.

A estas alturas, cuando toda la blogada cubana se ha volcado hacia la campaña Jama y Libertad, impulsada por los muchachos de Salcedo Diario, Enrisco y Guamá, - y a la cual este blog suscribe, junto a tantos otros - un debate interesante ha salido a la palestra a propósito del encarcelamiento de Juan Carlos (Pánfilo) González Marcos: ¿La televisión, en especial el canal 41, tuvo responsabilidad en el destino del ex marinero alcohólico?

No cabe duda que las cadenas televisivas reprodujeron de inmediato, con avidez, no sólo el video inicial aparecido en youtube, sino también las versiones curiosas de este, como el remix de Dj Sarracent, con la voz del propio Pánfilo mezclada en el pegajoso ritmo de un reguetón, como tampoco cabe duda de que, una vez agotado el efecto inicial, se las arreglaron para conseguir más declaraciones de Pánfilo, dos sagas que conservaron el ambiente de video improvisado y siguieron alimentando el seguimiento del tema y de paso, los ratings de la cadena televisiva.

En el tercer video se destaca la búsqueda ex profeso de la noticia, y se diría que alguien colaboró taimadamente con la borrachera de Pánfilo para que soltase lo que tuviese que soltar. Estos mecanismos sensacionalistas son habituales en la prensa que vive del escándalo, pero aquí, al parecer, atizaron también las brasas para que Pánfilo siguiese declarando, ebrio en el tercer video, las mismas palabras prohibidas de las que se había retractado, sobrio, en el segundo.

De cualquier manera tampoco es secreto para nadie que esta encarcelación orwelliana ya estaba preparándose desde meses atrás, y que, independientemente del comportamiento comercial de la televisión, los verdugos tienen nombre y apellido, además de grado militar, y no viven en La Florida sino en la capital cubana.

II. Río revuelto, ganancia de bromistas.

Hace pocos días me llegó el enlace a un vídeo de youtube con Michael Jackson vivo y declarando las razones de su falsa muerte. Quien no tuviese algunas nociones de idioma inglés podía resultar presa fácil del engaño, pues el truco, muy simple, se basaba en poner subtítulos castellanos falsos en una vieja entrevista del rey del pop donde sólo hablaba de su infancia y los maltratos de su padre. Miles de hispano parlantes habían caído en el engaño mediático, como ahora también otros tantos han caído víctimas de esa burla de mal gusto que es el video de la falsa esposa de Pánfilo.

La democracia de internet implica también esta clase de riesgos. De la misma manera en que pueden divulgarse ideas, noticias o imágenes auténticas que no aparecen en la prensa oficial, también pueden colarse los saboteadores de la cordura, los bromistas y trolls que, por encargo o por placer, desestabilizan el sentido común y a veces violan las normas más elementales de la decencia.

El video de marras, colgado por una cubana residente en España, muestra a una apócrifa mujer de Pánfilo, vestida demasiado “de estreno” como para vivir en un solar habanero, hablando con un acento raro y diciendo “vídio”, en lugar de “vidéo”, tal y como cualquier cubano lo pronunciaría, en una “locación” casi campestre que en nada se asemeja al barrio de El Vedado circundante a 23 y D. Los comentarios llamando a la cordura, al recordatorio de que Pánfilo no tenía mujer, sino que convivía en solitario con su madre, que en su casa no había esposa ni mucho menos los “niños” mencionados por ella, han sido persistentemente borrados por la titular del canal. Ella insiste en asegurar que el acento raro se debe a que la mujer es “guajira”, y que el video, en efecto, se lo enviaron desde Cuba.

Farsas como esta, en un sitio visitado por miles y miles de personas cada día, se vuelven un acto inmoral, irrespetuoso con la realidad del hecho, esa realidad que no necesita hipérboles ni teatros para legitimarse, y al mismo tiempo le dan a los talibanes del estado cubano algunas buenas herramientas para llamarnos embusteros a nosotros, los defensores de Pánfilo, de la Jama y de la Libertad.

_


La sobreactuada "esposa" de Pánfilo (youtube) en la "jungla de 23 y D", en "El Vedado" español.

_

Más sobre la campaña Jama y Libertad, AQUÍ.

_

jueves, agosto 13, 2009

Caso Pánfilo cerrado.

_
Tom Cruise en Minority Report apresaba criminales antes de que cometiesen el delito, gracias a la poderosa tecnología de su equipo especial del futuro. Para los cubanos esto no es gran cosa, pues tenemos, sin necesidad de esperar cien años o recurrir a la ciencia-ficción, una herramienta muy similar: el recurso de la “peligrosidad predelictiva”.

Nuestros leguleyos han inventado un método para meter a cualquiera en la cárcel sin siquiera presentar cargos. Una herramienta jurídica que simplemente pasa por encima de las reglas internacionales de justicia para sentenciar a quien deseen, sin necesidad de meterse en esos engorrosos trámites de pruebas, declaraciones, testigos… ¿quién necesita de semejantes nimiedades?

Mi sobrino Jorgitín pasó por esa cuchilla. El muchacho, algo mala cabeza, desorientado por una educación familiar errática, había dejado los estudios y se dedicaba a trapichear con piezas de bicicleta y a criar palomas. No asaltó a nadie ni jamás forzó la puerta de una bodega, pero aún así fue llevado un día por la policía y encerrado con otros cientos de muchachos, sólo por la declaración oportuna del presidente de su comité.

El juicio, en un recinto de la calle 114, en Marianao, fue a puertas cerradas, con un solo abogado defensor para todos, un joven militar que, visiblemente ofuscado, se encogía de hombros cada vez que algún familiar le preguntaba si el juez escuchó tal o más cual argumento. Una madre traía el papel con firma y cuños corroborando que el hijo suyo sí trabajaba, que su denuncia fue sólo un ensañamiento del presidente del CDR, porque el niño ponía música alto y eso al viejo le molestaba. Demasiado tarde, ya todos habían sido condenados a dos años de cárcel, dos largos años que habrían de transcurrir “educativamente” en un pabellón especial del Combinado del Este.

Ese mismo recurso le vino como anillo al dedo a los persecutores políticos de Juan Carlos González Marcos, más conocido por Pánfilo, y a quien el mundo entero pudo conocer gracias un vídeo de youtube donde intervenía, borracho perdido, para decir “aquí lo que hace falta es jama (comida)”… No asaltó a nadie, no forzó la puerta de una bodega, sólo dijo que tenía hambre y eso fue suficiente para que el mecanismo artesanal de Minority Report lo procesara por peligrosidad predelictiva, por posibles delitos en el futuro que seguramente habría de cometer un hombre que llevaba diez años sin trabajar para el gobierno, desde que abandonó, o fue cesanteado de la Flota Cubana de Pesca.

Ni siquiera se mencionó en su “juicio” el tema del famoso vídeo, o de otros dos vídeos más que complementaron al primero (en el tercero incluso llegaba a profetizar, con la lógica aplastante de aquel Jesús de Camagüey en la obra de Piñera, que en cualquier momento iba a terminar metido en Villa Marista), aunque el Tribunal de Plaza se mantuvo fuertemente custodiado por efectivos policiales y paramilitares, no como un simple “posible delincuente” entre tantos otros, sino como una figura simbólica que hay que mantener fuera de la vista de CNN.

Pánfilo no corrió con la suerte del músico Gorki Águila en su más reciente arresto. Gorki, gracias a la presión internacional, y aún prendido por el mismo “delito”, fue liberado con una multa y un tirón de orejas. Pánfilo acaba de ser condenado a dos años de cárcel, sin posibilidad de apelación, enfermo de alcoholismo y oculto a la prensa internacional hasta ver si al mundo se le pasa la fijación con ese negrito que, aquel día fatal, se atravesó delante de una cámara pidiendo comida.
.
Eso sí, Minority Report también nos enseñó como el truco de adelantarse al futuro y condenar personas aún inocentes, en un momento determinado puede volverse también en contra de los propios gendarmes. Ojo, compañeros, aprendan del susto que se llevó Tom Cruise.

_


_
Seguimiento del caso Pánfilo en Habana Memorias:

- ¡JAMA! (abril 29-2009).

- Pánfilo y el Reality bufo (mayo 12-2009).

_

lunes, agosto 10, 2009

De cómo se descarriló El Expreso (II).

_
(…continuación)

Aún estando ya fuera del programa cuando aconteció el descarrilamiento de El Expreso a causa de la boda en pantalla de su presentador Jorge Martínez, me mantenía trabajando en la División de Dramatizados, al otro lado del pasillo en el sexto piso, y sin perder mi amistad con Gloria Torres, la directora general del show.

La propia noche en que salió al aire el programa, Gloria y yo hablamos por teléfono. Le confesé que me parecía bastante cursi la manera en que había sido manejado el tema, pero que de cualquier manera, algo de color fresa no estaba mal de vez en cuando para un espectador medio que en su vida cotidiana lo veía casi todo gris con pespuntes verdes.

Ya sabía, por ella y por mis otros buenos amigos del programa, los avatares que desembocaron en la consumación audiovisual de aquel matrimonio. El propio día de la grabación, una tarde cualquiera entre semana, todavía no tenían una locación segura para hacer la boda. Fue Edith Massola quien los puso en contacto, en el último minuto, con el Salón Rojo del Hotel Capri, y hacia allá fue la Unidad de Remoto, con sus tres cámaras y unas pocas luces de apoyo, sin gasto extra de combustible porque el Salón Rojo queda a escasas tres cuadras del ICRT y casi todos iban a pie, para improvisar escénicamente algo que habría de parecer una boda elegante. Ni siquiera había bebida para los invitados, sólo unas pocas botellas que los actores consiguieron para poder brindar, y el kake de cartón con algo de merengue fue prestado por alguien para resolver en el momento. Aquel “ostentoso” pastel de bodas no era más que un elemento de atrezzo, y la botellita de sidra un pequeño aporte del novio para mejorar la vistilla del himeneo.

Así salió al aire la boda de Jorgito Martínez, con problemas de iluminación a veces, pero con el salsero Paulito FG y el Ballet de la Televisión Cubana (del cual la novia era parte) en todo su esplendor, y un coro muy fino cantando el Ave María en un espacio habitualmente destinado al consumo en moneda dura. Fue un domingo como cualquier otro. A fin de cuentas la televisión ya había mostrado otras bodas, como cuando Alexis Valdés se casó en vivo con Jackeline Arenal, o había impulsado transmisiones festivas igualmente cursis como los cumpleaños de Elián González, sin que nadie se hubiese muerto por eso.

El lunes transcurrió sin el menor sobresalto, y sólo el martes se desató la tormenta, luego de que apareciese publicada la célebre crítica de Pedro de la Hoz en el periódico Granma, órgano oficial del Partido Comunista de Cuba. A correr liberales de Perico.

El artículo arremetía feroz en contra de aquello que el periodista había entendido como un remedo de la cultura miamense, de la nostalgia por los valores burgueses que tanto se habían distanciado ya de nuestra conciencia proletaria. Se criticaba con dureza que se presentase aquella boda en un lugar lujoso, inalcanzable para el ciudadano común, como si el Salón Rojo hubiese sido un invento de El Expreso y no la marca de una aberración económica con algunos privilegiados en moneda libremente convertible y millones de eternos resignados a la marginación.

Ningún espectador había protestado por el show, y no obstante a ello, esa noche salió una disculpa en el Noticiero Nacional de Televisión mintiendo sobre el origen de la molestia, garantizando la eventual delimitación de responsabilidades y el castigo ejemplarizante para los culpables. La dirección del ICRT había puesto a rodar un mecanismo que muchas otras veces había funcionado: usar a la supuesta opinión pública para divulgar juicios emitidos desde el poder. Sólo que esta vez, quizás por tratarse de un tema no político, el público optó por desmentir el embuste y reclamar la aceptación de su verdadero punto de vista.

Los teléfonos no dejaban de sonar en la televisión, y mucha gente repetía esta frase: “Yo quiero saber cuál fue ‘el pueblo’ que se indignó con El Expreso, porque yo no fui”… Jóvenes en grupos, a veces de uniforme escolar, pasaban cerca de las puertas del organismo y gritaban: “¡Que vuelva El Expreso!, y en mis propias manos tuve un mamotreto firmado por cientos de personas del municipio Cerro, nombrados a sí mismos “Comité de apoyo al Expreso”.

Creo que gracias a ello no hubo castigos importantes para el equipo de realización, si descontamos la vergonzante sanción laboral al asesor del programa. Aunque en el extranjero se habló de “cabezas que rodaron”, “posibles arrestos” e hipérboles por el estilo, en verdad el conflicto recibió tierra encima de manera bastante prematura. Incluso se grabaron unos cuatro programas más después de aquello, en los que participé sólo como guionista y ya con el saliente asesor a buena distancia, a petición de Gloria. Estos programas nunca llegaron a transmitirse.
.
Gloria Torres, deslindándose de riesgos innecesarios, dirigía meses después La Noche Favorita, en el mismo horario, sacando partido a su formación musicológica y manteniendo a Los Robertos en una sección muy popular de sólo cinco minutos.

_


Material compactado de dos programas del canal 41, de La Florida, tratando el tema de la censura de El Expreso, en el 2006. Pasadito de sensacionalista pero reflejando el impacto del fenómeno en aquel momento.



Así se vende el programa pirateado, por Internet.
_

domingo, agosto 09, 2009

De cómo se descarriló El Expreso (I).

_
El amigo Angel Ramis, conocido como el Cabo Pantera, solía decirme en alta voz, cada vez que nos cruzábamos por los pasillos de la televisión: “¡Fuiste tú quien descarriló al Expreso!”… Yo me reía como hacía siempre con sus chistes, y siempre, invariablemente, le contestaba: “No, Ramis, cuando sacaron al Expreso del aire yo llevaba un mes fuera del programa, no tuve nada que ver con aquello…”

Llegué a El Expreso un año y medio atrás, cuando el programa pasaba por un mal momento. La idea era excelente, un musical con forma de comedia, la llegada de un tren cargado de artistas a una estación con cabaret, bar y tienda de suvenires, pero que no acababa de cuajar en el gusto de la teleaudiencia y por ello Gloria Torres, la directora general, necesitando guiones consistentes y alguien que se encargara de conducir las escenas con actores, me llamó para servirle de ambas cosas. No existía plaza de director dramático en la redacción de musicales, y aunque ese fue mi crédito a partir de entonces, mi salario me lo arreglaron con el mínimo disponible para el obsoleto cargo de “director de posproducción”.

Corrimos con suerte. El formato de El Expreso fue enriqueciéndose con episodios mejor estructurados, con los comediantes del elenco fijo y otros invitados cada domingo, todos de gran popularidad, y por supuesto, nunca faltó lo mejor de la música nacional, grupos, orquestas y solistas que desbordaban la gruesa agenda de Gloria Torres. Con Jorge Martínez de conductor – en su papel de Jefe de Estación – seguido por Jardiel, los Robertos, Sajaris, Yoraisi… el programa cubrió, por un buen espacio de tiempo, la necesidad de humor televisivo, sobre todo en una época en la que ¿Jura decir la verdad? estaba de descanso y aún no comenzaba Punto G.

Trabajamos duro y transcurridos dos meses ya el programa había subido al número uno del rating en la División de Musicales, aunque justamente por pertenecer a esa redacción comenzaron a sobrevenir los problemas.

Los asesores de programas musicales, a diferencia de la redacción de dramatizados, funcionaban más como censores que como colaboradores artísticos. Siempre hubo excepciones, pero en general solían tener ciertos conocimientos de música cubana y mucha ignorancia en cuanto a todo lo demás, muy poco sentido de la dramaturgia y extrema candidez en lo referente a la cultura general. Ello facilitaba hacer chistes con doble lectura, bromas verdaderamente fuertes que les pasaban entre las piernas sin que se dieran cuenta, pero a veces nos sorprendían con inusitadas paranoias, hallando provocaciones políticas donde no las había ni remotamente.

El patético asesor de El Expreso dejaba pasar, por ejemplo, la sutil burla a Serrano, el oficialista locutor del Noticiero – referente a cierta noche en que maltrató en vivo al coordinador – pero podía retirar de la edición el tema “El Bodeguero”, sólo por su coro “toma chocolate, paga lo que debes”, en una época en la que al comandante en jefe le había dado por distribuir bolsas de chocolate en la cuota alimenticia y hablar a diario, obsesivamente, de las bondades del chocolatín.

Una discusión con el asesor, a comienzos del 2006, llenó la copa de tantas madrugadas sin dormir – los únicos turnos de edición disponibles, en una de las dos únicas computadoras del canal con el programa Avid para las ediciones digitales, eran de madrugada – saliendo del ICRT a las tres o cuatro de la mañana y sin transporte para volver a Marianao, luchando almendrones que a esa hora subían a 20 pesos el pasaje, así que una tarde aciaga en que pude haber tirado al asesor por la escalera que derrapa en la puerta de la calle M, conté hasta diez y me salí del show.

Al mes siguiente una noticia conmocionó al país, trascendiendo morbosamente al exterior: El Expreso había sido retirado del aire, a raíz de la boda en cámara de su presentador, Jorge Martínez, con una bailarina del Ballet de la Televisión. El programa fue atacado por el periódico Granma, acusado de transmitir valores burgueses en una celebración al estilo de las revistas del corazón, y por azares de la vida, fue precisamente aquel asesor paranoico quien terminó recibiendo los palos. El hombre fue sancionado y retirado de un show que, aún a pesar del reclamo popular y algunos programas más que llegaron a grabarse en balde, no volvió a salir más al aire, ni a llenar con música y chistes aquel espacio de los domingos en la noche.

(Continuará…)

_

Durante una de las grabaciones en el Estudio 10, delante de la orquesta invitada, figuras como Haila Mompié, Tania de Bamboleo, Vanny, Raúl Lora y Anabel López, en uno de esos temas de muchas voces grabados para el programa y por alguna buena causa social.
_

martes, agosto 04, 2009

Maleconazo con vuelta a la manzana.

_
Era viernes 5 de agosto en un San Cristóbal de La Habana castigado por el calor, la avitaminosis y los asfixiantes apagones. Bajaba por la calle Zanja en mi bicicleta china, y al desembocar en Infanta un montón de gente excitada corría en dirección al malecón. Alguien gritaba que más abajo unas personas le habían caído a pedradas a los cristales del Hotel Deauville, y que ya estaban apareciendo los escuadrones de la policía y el contingente Blas Roca para controlar la situación.

Me acerqué a la zona de los disturbios tanto como la cordura me lo aconsejó. Mi hija pequeña esperaba por mí en Marianao, y tomar la ruta del malecón hasta la calle 23 habría sido un desvío imprudente. Algo sin embargo me decía que allí estaban viviéndose momentos históricos. Desde que tenía uso de razón, jamás había visto a tanta gente enardecida gritando consignas en contra del gobierno. “Libertad, libertad” y “Abajo Fidel” eran las más recurrentes en las gargantas de gente humilde, jóvenes y maduros, que pasaban junto a mí, muchos también pedaleando sus bicicletas chinas.

En la esquina con Carlos III me encontré con un viejo conocido, un practicante de wu-shu del barrio chino que había estado unas horas antes sentado en el muro de la bahía, esperando para ver si era cierto el rumor de que vendrían barcos a sacar a quienes quisieran irse, para viajar a los Estados Unidos. “Aquello se puso malo, asere”, me dijo, “la gente se encabronó porque se regó que la cosa no era allí, en La Punta, sino más cerca de la Oficina de Intereses. Llegó la policía, disparando al aire, y yo por si acaso me desaparecí de por todo eso…”

Esa misma tarde, a las cinco, pude ver en la televisión las imágenes que transmitió CHTV, el canal local de La Habana, y reconocí a algunos de mis amigos periodistas, jóvenes con poco tiempo de graduados, reportando desde la azotea del Hotel Deauville. La toma en picado dejaba ver a gente de todo tipo apedreando al inmueble, mujeres y adolescentes incluidos, habitantes de la ciudad que ya no aguantaban más la crisis y de manera violenta, equivocada quizás pero siempre comprensible, manifestaban su inconformidad rompiendo las vidrieras de lo que consideraron un símbolo de riqueza en medio de la hambruna general.

En la noche, a la hora de la emisión estelar del noticiero por las cadenas nacionales, ya no se vieron más aquellas imágenes, sólo planos cerrados con la llegada de un supuesto “pueblo” que armado con palos y cabillas había arribado al malecón para contrarrestar las acciones subversivas de un “grupúsculo de antisociales pagados por el imperialismo”. Cualquier cubano podía reconocer a los constructores del contingente Blas Roca, individuos de poca ilustración que habían sido trasplantados desde Oriente para construir instalaciones turísticas en la capital, pero serían fáciles de confundir con gente común a los ojos de cualquier extranjero que esa noche viese, en su país, las imágenes que CNN copió de la transmisión cubana.

Se veía llegar a Fidel en un jeep, mientras un épico locutor comparaba la escena con el arrivo del comandante a Playa Girón en el año 61. Lo que había presenciado con mis propios ojos, en vivo, aquí parecía un acontecimiento diferente. El invicto comandante en jefe caminaba partiendo el tumulto, mientras se escuchaban las consignas: “¡Esta calle es de Fidel, esta calle es de Fidel…!”, y ahí mismo entendí que la única manifestación real en contra del gobierno en La Habana había sido sofocada, no con armas o tanques, sino con el más taimado de los embustes.

Días después, cuando recorría El Vedado buscando un paquete de salchichas, me encontré con aquel amigo, uno de los periodistas de CHTV cuya voz había reconocido en la fugaz transmisión de las cinco de la tarde, y me contó que, efectivamente, al llegar las fuerzas represoras, la mayor parte de los que gritaban y lanzaban piedras, habían escapado a tiempo, y luego de dar la vuelta a la manzana, se pusieron a la cola del contingente Blas Roca a gritar las consignas a favor de la Revolución. Su posición privilegiada desde lo alto del hotel le había permitido comprobar hasta qué punto podían llegar la picardía y la doble moral de nuestros conciudadanos, cuando de salvar el pellejo y sobrevivir se trataba.

La olla de presión no llegó a estallar del todo en la ciudad. Semanas después el gobierno abrió la válvula con medidas que no podían esperar más. Accedieron a cierto tipo de comercio por cuenta propia y no encerraron a nadie más en la cárcel por llevar dos o tres dólares encima. Quizás llegamos a convencernos, mientras transcurrían los noventa y el nuevo siglo atracaba en el puerto de La Habana, que todo aquello no había sido más que un mal sueño.
.
Pero otra vez llega el 5 de agosto a San Cristóbal de La Habana, y pasados quince años del Maleconazo, nuevas restricciones, nuevos apagones, nuevas avitaminosis sobrevuelan la ciudad, y una vez más el embuste estira sus músculos, confiado en que puede solucionar cualquier crisis con la maestría adquirida en sus cincuenta años de experiencia al frente de la nación.

_


Fotogramas de un vídeo casero tomado desde un auto, el 5 de agosto del 94, donde puede verse a los policías apresando, encañonando y golpeando a un muchacho, presumiblemente un miembro del "grupúsculo de apátridas vendidos al imperialismo".




Una recopilación de imágenes clandestinas del Maleconazo.

_

sábado, agosto 01, 2009

Tu verano está en el seis.

_
Cuando en el mundo civilizado ya era cosa normal la televisión por cable, nosotros en Cuba seguíamos conformándonos con sólo dos canales que transmitían por antena unas cuantas horas al día. De ahí que la llegada del verano a las transmisiones televisivas se nos volvía un evento de jolgorio nacional.

Aún en los noventa, julio y agosto eran meses de poder ver televisión desde la mañana hasta la noche, al menos por uno de los dos canales disponibles, esos que otrora no se llamaban “Cubavisión” y “Tele Rebelde”, sino sólo “el Seis” y “el Dos”. Los canales cubanos llevaban a nuestros toscos televisores en blanco y negro algo de entretenimiento variado, desde los “muñequitos rusos” – llamados así aunque viniesen de cualquier parte de Europa del Este – hasta series y películas que no trajesen consigo mensajes nocivos para nuestra pureza ideológica.

La televisión de verano era como el sábado y el domingo en el internado gigante que nos tocó para vivir, un breve período de esparcimiento que nos habíamos ganado con la austeridad y el ascetismo de los otros diez meses del año. Unas cuantas películas adicionales, algunos programas de estreno, musicales especiales, hacían que olvidáramos que de septiembre a junio sólo teníamos algunas horas diarias de transmisión, siempre en horarios no laborables.
.
La excepción fue quizás La Revista de la Mañana, que abrió por un buen tiempo a Tele Rebelde a las siete, terminando a las once, aunque de cualquier manera fue suspendida al sobrevenir la crisis, y sólo repuesta años más tarde en su versión corta y mucho más ideologizada, la revista Buenos Días. La setentera Revista de la Mañana se ganó, igual que la impresa Opina, un tema de los Van van, cuando mi hermana y yo esperábamos para ver aquel horrendo animado checoslovaco Orejitas a cuadros, para luego salir pitando rumbo a la escuela primaria.

En los mismos setenta, a alguien se le ocurrió la generosa idea de premiar a los jubilados con películas viejas al mediodía, aprovechando la vasta despensa de antiguos filmes mexicanos, argentinos y españoles que desde los cincuenta quedaron en la isla, pero tiempo más tarde otro funcionario rectificó y sacó del aire el espacio Cine del ayer, con la justificación de que los estudiantes de secundaria se estaban escapando de las escuelas para ver aquellas historias burguesas que nada aportaban a los valores de nuestra sociedad socialista.

Mi abuela se quejaba en la intimidad de su casa: “Yo entiendo que quiten las películas de Hugo del Carril, pero… ¡si por lo menos pusieran películas rusas!”… Ella no se daba cuenta de que el problema no era la carga ideológica, sino que la gran masa estudiantil y trabajadora no estaba en horario de recreación al mediodía de un mes cualquiera del año. Para el asueto estaban los meses del verano, vacaciones oficiales decretadas por el estado y por tanto, el momento en que el internado gigante daba permiso a sus becarios para disfrutar de unas cuantas horas más delante del televisor.

Por ello quizás se me hace imposible llegar al verano sin esa sensación de que algo especial va a ocurrir con mi televisor. No importa que fuera de la isla ya uno tenga acceso al menos a 50 canales en un paquete básico de cable, o que dentro ya se las hayan ingeniado para poner a funcionar cuatro o cinco estaciones, alguna que otra transmitiendo las 24 horas, no importa porque el recuerdo de la rivalidad entre La esclava Isaura por el seis y El árabe por el dos, siempre va a acompañarnos, como parte de las holganzas audiovisuales que nos ganábamos una vez al año en aquella beca que fue – y aún sigue siendo – el archipiélago cubano.
_