La gracia les costó sanción a la presentadora y director de un popular programa televisivo de los noventa, cuando, en épocas en que estaba prohibido decir “señor”, a favor del igualitario “compañero” – y siguiendo al pie de la letra la orden bajada desde la presidencia del ICRT –, en un mismo show se habló de la excelsa Elena Burke como “la compañera sentimiento”, y rememorando la fecha en que desapareció Camilo Cienfuegos, lo catalogaron como “el compañero de la vanguardia”.
Camilo, señor de la… perdón, compañero de la vanguardia, hoy recibe un homenaje espectacular en la Plaza de la Revolución. Han develado una imagen suya en la fachada del Ministerio de la Informática y las Comunicaciones, muy similar en textura y a poca distancia de otra, aquella de su amigo el Che Guevara que estampa la gigantesca pared del Ministerio del Interior desde el año 83.
La idea parece salida de la cabeza de Ramiro Valdés, por dos razones: una, ha sido puesta en el ministerio que él mismo dirige, y otra: el letrero escogido como pie de la imagen, si bien es una frase de Camilo Cienfuegos, no se trata de algo espontáneo como cuando expresara: “De rodillas nos pondremos una vez…”, sino la salida a una pregunta capciosa del comandante, durante un discurso – “¿Voy bien, Camilo?” – y que no podía tener otra respuesta sino: “Vas bien, Fidel”.
Visto de esa manera, no parece tanto un homenaje al guerrillero extraviado en circunstancias extrañas, sino más bien un acto adulón, un guiño exaltado a la personalidad de Fidel Castro, desde la perspectiva complaciente de alguien muy cercano, en este caso, un ministro que además, resulta ser vicepresidente del Consejo de Estado y rígido propagador e innovador de las coercitivas reglas fidelistas.
Mientras la imagen del Che lleva apenas la reproducción de su casi infantil rúbrica, en la de Camilo no aparece siquiera el clásico Kmilo 100 fuegos bromista conque solía firmar sus cartas, sino la frase que habrá de servir de eterna celebración a la obra del comandante en jefe - dicha además por alguien fallecido en el mismo primer año de la revolución y que por tan contundente razón no tendría manera de saber si ese "vas bien" seguiría vigente después de medio siglo -, un irrespetuoso desvío de atención respecto a la figura homenajeada, y de hecho, un cartel publicitario destinado a los turistas que vienen a retratarse a la plaza, una subliminal felicitación y culto a la personalidad del líder supremo, justo ahora, cuando su legado histórico se muestra más desastroso que nunca.
Camilo, señor de la… perdón, compañero de la vanguardia, hoy recibe un homenaje espectacular en la Plaza de la Revolución. Han develado una imagen suya en la fachada del Ministerio de la Informática y las Comunicaciones, muy similar en textura y a poca distancia de otra, aquella de su amigo el Che Guevara que estampa la gigantesca pared del Ministerio del Interior desde el año 83.
La idea parece salida de la cabeza de Ramiro Valdés, por dos razones: una, ha sido puesta en el ministerio que él mismo dirige, y otra: el letrero escogido como pie de la imagen, si bien es una frase de Camilo Cienfuegos, no se trata de algo espontáneo como cuando expresara: “De rodillas nos pondremos una vez…”, sino la salida a una pregunta capciosa del comandante, durante un discurso – “¿Voy bien, Camilo?” – y que no podía tener otra respuesta sino: “Vas bien, Fidel”.
Visto de esa manera, no parece tanto un homenaje al guerrillero extraviado en circunstancias extrañas, sino más bien un acto adulón, un guiño exaltado a la personalidad de Fidel Castro, desde la perspectiva complaciente de alguien muy cercano, en este caso, un ministro que además, resulta ser vicepresidente del Consejo de Estado y rígido propagador e innovador de las coercitivas reglas fidelistas.
Mientras la imagen del Che lleva apenas la reproducción de su casi infantil rúbrica, en la de Camilo no aparece siquiera el clásico Kmilo 100 fuegos bromista conque solía firmar sus cartas, sino la frase que habrá de servir de eterna celebración a la obra del comandante en jefe - dicha además por alguien fallecido en el mismo primer año de la revolución y que por tan contundente razón no tendría manera de saber si ese "vas bien" seguiría vigente después de medio siglo -, un irrespetuoso desvío de atención respecto a la figura homenajeada, y de hecho, un cartel publicitario destinado a los turistas que vienen a retratarse a la plaza, una subliminal felicitación y culto a la personalidad del líder supremo, justo ahora, cuando su legado histórico se muestra más desastroso que nunca.
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Mi esposa, siempre más lista que yo, vio más allá de aquel detalle chicharrón del cartelito: “Ahora sólo falta, me dijo, que en el Consejo de Estado pongan una foto de Fidel, y que le cambien el nombre a la plaza por el de El Triángulo de las Bermudas”… Ante una observación tan aguda como esa – y recordando a Hamlet –, lo demás es silencio.
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