jueves, mayo 13, 2010

Cuba o el seguro inseguro.

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El único “seguro” que en Cuba está garantizado es el de la Seguridad del Estado y sus androides segurosos al estilo Rodney, programados para amenazar, impedir el paso, y llegado el momento, secuestrar o apresar al inconforme. Por lo demás, el negocio de seguros en Cuba no es otra cosa sino una más de las muchas maneras que tiene el estado de chupar la sangre a su propia gente, sin soltar mucho a cambio.

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Muchos cubanos residentes en el extranjero nos pusimos las manos en la cabeza cuando supimos que, desde el pasado 1º de mayo, entraría en vigor una ley que exigía, a nosotros y a los extranjeros visitantes, el pago obligatorio de un seguro médico en moneda dura, como condición para poder entrar a nuestro propio país. Cuando unimos este y otros pagos exorbitantes por trámites de pasaporte, aún entendiendo la usura congénita castrista y la manera en que se disparan los precios de pisar la tierra en que nacimos, sólo podíamos cruzarnos de brazos y aceptar las vampirescas condiciones. Bueno, a fin de cuentas, aunque desmedido, el seguro parecía cubrir hasta 7000 dólares en gastos, y traslados en caso de muerte sin costo adicional. Acaso la mordida de Vela Lugosi podía ser asimilable.

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Pero de eso nada.

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Esta semana falleció, producto de un asalto con tubos, la cubana Laida Licet Recio, residente en La Florida. Su esposo permanece hospitalizado, con heridas graves. Aunque ambos habían pagado su “seguro” antes de entrar a la isla, ahora el gobierno les exige a los familiares un pago adicional de 10.000 dólares, más 50 diarios adicionales por mantener el cuerpo en refrigeración hasta su salida del país. Los parientes de Miami andan como locos haciendo colectas para resolver un caso que, técnicamente, ya estaba cubierto con la suma que el matrimonio pagó al entrar a Cuba el pasado 5 de mayo.

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Rolando Suárez, el esposo de Laida, ahora viudo padre de tres hijas, saldrá del hospital con una mano delante y la otra detrás, exprimido su bolsillo por la altruista potencia médica – esa que regala servicios médicos a los pobres de otras naciones y especula con sus compatriotas – y sin saber qué hacer con el cuerpo de su mujer, como no sea recibir ayuda comunitaria del exterior, o bien enterrarla en un cementerio nacional, si es que su categoría de traidor emigrado le da derecho a sepultarla en su patria sin pagar por ello un ojo de la cara.

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1 comentario:

Maite dijo...

Exactamente lo que hablabamos el otro dia, humor bien negro... lamentablmente una madre que deja 3hijas ha sido la primera victima de la locura y eso que solo se limitan las noticias al asunto del seguro sin recalcar la forma brutal del asesinato.