jueves, enero 27, 2011

Contra el olvido.

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Tenchy pasó la madrugada siguiente al 11 de enero sentada en la computadora. Su madre había fallecido en Cuba y ella, radicada en Dinamarca, no podía encontrar alguna buena razón para dormir. Mientras dejaba pasar las horas y pensaba en la mejor manera de encontrar un vuelo a La Habana, Tenchy fue subiendo a su Facebook las fotos de María Teresa Tolón, y no pocos amigos quedamos extasiados con el retroencanto de aquella esbelta mulata, una de las más sobresalientes cantantes líricas de los años cincuenta y sesenta en la isla.

A Tenchy – que es la mejor y más familiar manera de decir “Hortensia Domínguez Tolón” – la conocí brevemente en una de aquellas Escuelas Internacionales de Teatro en Machurrucutu, en la época en la que ya se comentaba que había sido la musa viviente de una de las canciones más conocidas de Carlos Varela (“India, qué lindo encanto, sabes andar desnuda…”), pero mi amistad con ella creció sólo hace pocos años, gracias al concurso inefable de internet y sus redes virtuales.

Pero aunque ya sabía que Tenchy había estudiado guión en la Escuela Internacional de Cine de San Antonio, y que había creado, mientras vivía en Portugal, un formato para televisión que, luego de ser vendido por una ganga a cierta cadena poderosa, se convirtió en uno de los shows con competencia de bailes de mayor fama internacional, sólo ahora me entero de que su fallecida madre había sido una destacadísima figura del bel canto cubano, que había actuado junto a los más grandes y que había tenido un especial destaque en programas como Fin de semana en TV, Garrido y Piñero, Álbum de Cuba y San Nicolás del Peladero, lo mismo cantando que actuando.
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Aparentemente, una enemistad con algún funcionario administrativo del Teatro Lírico
Nacional, en los tempranos sesentas, hizo que María Teresa Tolón no fuese nunca integrante de aquella compañía, y que por lo tanto su carrera ya no fuese más tenida en cuenta por buena parte de la crítica y las carteleras que ya habían comenzado a depender directamente de un mismo tronco común oficial.
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Buscando registros de su trabajo, apenas aparecen algunas referencias que la colocan, a la altura de figuras como Rosita Fornés, Celia Cruz y Olga Guillot, en los grandes espectáculos de Tropicana, desde 1952. Luego, de no ser por las fotos que conservó su hija, sería difícil devolver a la memoria cultural de Cuba a esta notoria actriz y cantante, de natural belleza criolla y aparato vocal privilegiado.

Según cuenta Tenchy en Facebook, sólo regresó a Tropicana en un breve período entre 1977 y 1978, y ya en los ochenta se dedicó exclusivamente al teatro, en el grupo Extramuros, donde trabajó discreta y melancólicamente hasta su retiro.

No hubo nota en la prensa nacional sobre su muerte, sobre la tranquila muerte que tuvo, mientras dormía, esta señora del canto lírico cubano. Algo más fuerte que ella la confinó las últimas décadas al silencio, y ni siquiera su hija, con todo y solapín de la televisión, tuvo la autorización para buscar, en los noventa, algún viejo kinescopio de la videoteca donde pudiese ver a su madre en las épocas de mayor esplendor. ¿La diva Tolón se habría ganado la enemistad eterna de los directivos, o simplemente la ignorancia y la abulia institucional impidieron a su hija acceder al valioso material de archivo?

Apenas un vídeo de youtube, de misteriosa pero afortunada procedencia, subido hace pocos meses, nos deja ver a una Tolón elegante, de fibra musculosa y delicada al mismo tiempo, con una cintura que delata, o bien que Tenchy aún no había nacido, o que la señora se había recuperado ya de la mejor manera posible. Ese vídeo nunca fue visto en aquel programa, Contra el olvido, donde Rakel Mayedo presentaba, hace una década, las rarezas arqueológicas de la televisión. Esa función ahora la tienen Youtube y otros sitios, al menos para los cubanos que en otras partes del mundo pueden acceder a la 2.0, sin necesidad de que algún funcionario lo autorice.

De vuelta en Dinamarca mi amiga se recupera de la pérdida mientras ocurre el milagro, una vez más gracias a la tan vapuleada red de redes, de que la memoria cultural cubana ya no sea más patrimonio de unos cuantos burócratas.


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domingo, enero 23, 2011

Holocausto Mazorra: Juicio y curiosidades.

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Termina el juicio a los presuntos implicados en la muerte de – según las cifras oficiales – 26 enfermos mentales en el hospital psiquiátrico de la Habana, debido al frío, la desnutrición y las pésimas condiciones materiales. El proceso, ahora concluso para sentencia, debe condenar a 15 personas con penas entre 6 y 12 años de prisión, por los delitos de malversación, negligencia y desvío de recursos.

Alto… ¿Y qué pasó con el crimen? ¿Qué pasó con el genocidio que, según fuentes alternativas se extiende a muchos anteriores fallecimientos esporádicos por “neumonía” y otros males asociados a la falta de comida, y no sólo en el psiquiátrico habanero?

Entre los acusados figuran el entonces director de Mazorra, Wilfredo Caballero, y la subdirectora de psiquiatría, Susana Borges. El resto, funcionarios menores, enfermeras y personal de servicio, o sea, los chivos expiatorios de menor rango y los buscavidas comunes que directamente despojaban a los infelices de sus colchas y alimentos. Cabe la suposición de que los enfermos fallecidos – cuyas fotos nos siguen recordando más a Auswitch que a la idílica imagen de aquel humano hospital del viejo Ordaz donde hospedaron al Caballero de París – nunca recibieron una visita de los más altos funcionarios. Aparentemente, ni el ex director del centro, el doctor Lorenzo Somarriba (quien dejase el cargo apenas unos meses atrás habiendo hecho caso omiso a las múltiples advertencias sobre el mal estado de las instalaciones), ni el entonces ministro de Salud Pública José Ramón Balaguer, estaban al tanto de las macabras condiciones en las que sobrevivían los enfermos mentales de La Habana.

A Somarriba le fue asignada la digna misión médica en Haití, en tanto Balaguer fue retirado de su cargo en julio pasado, con el reconocimiento oficial a su destacada trayectoria.

Nadie será condenado por asesinato. Hacerlo sería admitir, de plano, el genocidio. Y en Cuba socialista esas cosas no pasan.


Contrastes de un año atrás.

Coincidente con la fecha de la tragedia, el periodista agente Edmundo García – aquel empalagoso presentador del programa De la Gran Escena que emigró a los Estados Unidos para misteriosamente erigirse defensor del sistema castrista en una emisora miamense – sacaba la entrevista a una estudiante de medicina norteamericana, becada en La Habana. La transcripción salió en un blog oficialista, meses más tarde, como si no hubiese sido demasiada coincidencia que, por esos mismos días en que la simpática izquierdista yanqui dijese, sobre los costos de su carrera que: “(…) es completamente gratuita, es decir, la educación, los libros, los cuadernos, lápices, plumas, hasta los artículos de aseo. Yo recibo tres comidas diarias y una merienda”, muriesen de frío e inanición 26 pacientes hospitalizados en un sistema que, según asegurase unos párrafos después, “es excelente”, “mejor que el que tenemos en los Estados Unidos”.

Otra cosa, por así decirlo, más loca todavía: Horas antes de que Mazorra sufriese su extraño holocausto, marcado por la indiferencia hacia los pacientes mentales cubanos, y hacia sus más elementales necesidades alimenticias, el sitio oficial de la medicina cubana, Infomed, publicaba un artículo sobre el enorme incremento de las enfermedades psiquiátricas en Canadá (con la dura crítica de que “la campaña canadiense contra la demencia se ve perjudicada por las particularidades del sistema de salud del país, que es parcialmente financiado por el Gobierno federal, pero administrado por autoridades provinciales”, y a comienzos del mismo mes de enero, sacaba otro artículo citando un estudio acerca de que los africanos más pobres son especialmente propensos a padecer obesidad, debido al excesivo consumo de comida chatarra.

Pa’ qué.


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sábado, enero 22, 2011

La Ley y el Desorden: AJC.

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Casi podía escuchar de fondo el tema de Law & Order de Mike Post, quizás en versión salsa, cuando leí la noticia de que, finalmente, la Asociación Jurídica Cubana consiguió la tan peleada vista oral en el Tribunal Supremo para ventilar su demanda, nada más y nada menos que contra el mismísimo Ministerio de Justicia.

Esta ONG sin fines de lucro, desde el 2007 anda enfrascada en la lucha por su legalización. En abril de ese año la AJC presentó sus primeros papeles, respaldada por la más estricta observancia de la legalidad, y sólo después de un año sin recibir respuesta, el Tribunal Provincial falló en su contra, a todas luces con poco sostén legal y sí muchas razones políticas para hacerlo. ¿A quién en la cúpula del gobierno podría interesarle una agrupación de abogados que todo el tiempo se la pasa cuestionando sus métodos, y probando un sinnúmero de alteraciones que el poder realiza habitualmente a las leyes que él mismo recompuso?

El peloteo no habría pasado a mayores, si no fuera porque los afectados eran un grupo de abogados independientes, disciplinados y profesionales. No valía aquí sepultar un hecho tan concreto como la violación de esa legalidad que, quiéralo o no, rige a la sociedad cubana actual. La demanda la recibió entonces María Esther Reus, ministra de justicia, por no responder en el tiempo establecido a la solicitud de la AJC.

Un momento, un momento… ¿Cómo? ¿Una ministra cubana acusada por una asociación de abogados nacionales renegados y en el marco de sus propios tribunales? ¡Objeción, su señoría!

Denegada. Este viernes el Tribunal Supremo no tuvo más remedio que hacer frente a la demanda. Cerraron las instalaciones a cualquier otra vista programada, y como suelen hacer con los juicios más delicados, dejaron a un lado el perfil público de la justicia en la isla, y no hubo curiosos asomados al interior de la sala. Por la parte acusadora sólo se permitió la entrada a Wilfredo Vallín, presidente de la AJC, el cual, según declaraciones hechas a Diario de Cuba, asegura todo transcurrió en un ambiente de tranquilidad.

Para dentro de veinte días ese tribunal está en la obligación de emitir un dictamen, y si bien a nadie puede caberle en la cabeza que la señora ministra salga con algún tipo de correctivo, al menos ya no será tan fácil seguir dilatando la legalización – o en su defecto, la definitiva ilegalidad de esta organización con algún pretexto traído por los pelos – ni en lo sucesivo seguir tapando tan descaradamente las habituales arbitrariedades del pretendido orden público.

La buena noticia es que ya se está abriendo camino, dentro de los estrechos límites de lo que una dictadura estima como legal, esta Asociación Jurídica Cubana, esta agrupación que ofrece asesorías en cuanto a las poco conocidas leyes cubanas, divulgando pactos de la ONU, firmados por el gobierno cubano, como el de Derechos Civiles y Políticos y el de Derechos Económicos. Sociales y Culturales, esos que todavía a ningún dirigente o periodista oficial se le ha ocurrido divulgar dentro de la isla, y mientras, publica también en su sitio web cosas tan esenciales como la norma de que los agentes del Ministerio del Interior necesitan autorización judicial para citar o detener a un ciudadano. Oh, sorpresa.

De cierta forma, el espíritu de civilidad que siempre trata de transmitir la famosa serie creada por Dick Wolf, pareció refractarse este viernes sobre las calles de La Habana. Todavía a ratos creo escuchar el clásico solo de clarinete del tema original de mi policíaco favorito, en tiempo de salsa.


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sábado, enero 15, 2011

Para comer león.

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Desde hace años en la costa caribeña de México existen serias preocupaciones por la imparable expansión del pez león. Este bello pero mortal espécimen ya tiene reportes fatales en países como Panamá, Venezuela o Dominicana, y en México al parecer los sitios más afectados han sido Yucatán y Quintana Roo, con riesgo especial para áreas turísticas tan visitadas como la Riviera Maya. Es este un pez muy usado como mascota en acuarios públicos y privados, pero cuyo veneno puede llegar a matar a un ser humano, y ni hablar de sus potencialidades como depredador: puede devorar a peces casi de su mismo tamaño y cuanta cosa viva pase por su lado, incluyendo a los de su propia especie.

La situación con este bicho parece haber salido de una película americana: seis peces león rojos del Pacífico (pterois volitans), escaparon de un acuario en Bahía Bizcayne, Florida, aprovechando los destrozos del huracán Andrew en agosto de 1992, A partir de ese momento, una criatura como esa, que de tan veloz reproducción debieron llamarle “pez conejo” o “pez curiel”, no tardó en diseminarse por el Caribe, en lo que probablemente sea el comienzo de un desastre ecológico sin precedentes, en tanto el pez león, originalmente emplazado entre el Pacífico Sur y el Índico, no tiene enemigos naturales en el Caribe, a no ser… los cubanos.

No es la primera vez que en los países con costas al Caribe se ha manejado la posibilidad de comerse al pez león para tratar de contener la fatal avalancha de su poder destructivo, pero hasta el momento la iniciativa sólo ha tenido consecuencias oficiales en Cuba, una nación hambreada donde peores ocurrencias se han visto – por sólo citar una, reciente, la hemorragia de las clarias, pez capaz de arrastrarse por tierra durante varios días y que acaba hasta con los pollos – y donde no se pueden dejar a un lado las fuentes alternativas de alimentación sin antes echar la pelea.

Puede que el pez león sea comestible, pero el muy pendenciero no se deja atrapar sin ofrecer antes una buena defensa con toxinas mortales. Aparentemente la potencia de su veneno desaparece media hora después de muerto, pero la mesa regular de los cubanos debería contar con bocados menos peligrosos como... el camarón, la langosta o el pargo. Si el pez león está acabando con ellos con más fuerza que el turismo y las exportaciones, si los cubanos rara vez se topan ya con mariscos y peces reales, algo podrían hacer las autoridades al respecto, no sólo promocionar el fino manjar como si se tratara de un tesoro alimentario que nos ha regalado la providencia. Podrían poner a las Brigadas de Respuesta Rápida a exterminar peces león en lugar de mandarlos a gritar frente a las casas de los opositores, o dedicar a su captura los mismos recursos que se malgastan en publicidad mundial por la liberación de los cinco espías.

A fin de cuentas, el pobre pez león, una criatura que no tiene responsabilidad alguna respecto a su comportamiento, no va a afectar tanto a la canasta básica del cubano medio como sí lo han hecho otros especímenes durante más de cincuenta años, totalmente conscientes de lo que hacían.

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El bello y peligroso pez león.

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domingo, enero 09, 2011

Cemento, ladrillo y arena: Universidad para todos.

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No es una broma, lo anunció el diario Juventud Rebelde:

“Con tus propias manos: Cómo construir y mantener tu vivienda” será el otro curso que iniciará sus actividades el próximo domingo, con el propósito de transmitir a la población imprescindibles conocimientos sobre las acciones constructivas a realizar para la ejecución de nuevas viviendas.

Los cubanos tendrán un flamante curso televisivo en el que aprenderán técnicas de construcción, elementos de cultura arquitectónica, tips para la durabilidad y diseño de la vivienda, y por si fuera poco, tendrán en los estanquillos su tabloide, con los contenidos teóricos impartidos por “profesores, científicos y especialistas de diferentes instituciones y centros de investigación del país”.

En una tierra donde la construcción privada se ha vuelto una de las tragedias sociales de mayor impacto – según la versión oficial, la mitad (!!!) de las viviendas cubanas se encuentra en regular o malas condiciones – donde los planes estatales de construcción se han venido incumpliendo sistemáticamente desde hace muchos años, y donde es normal que dos, tres y hasta cuatro generaciones convivan en una misma casa por años, hacinados en pocos metros cuadrados, en un país donde el costo de los materiales de construcción supera infinitamente al magro salario del ciudadano común, parece un chiste de mal gusto que ahora la televisión educativa se aparezca con un curso de este tipo, a no ser que, a fin de cuentas, se ponga más énfasis en el detallito de que “quienes emprendan estas acciones adquirirán necesarios elementos sobre los requisitos legales que deben cumplir”…
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¿Qué sigue después?
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Quizás, otros cursos por el mismo corte:

-. “Con tu propia creatividad culinaria: Cómo cocinar y digerir mejor la langosta termidor, el bistec uruguayo y el arroz con camarones”. Una teleclase dirigida a los imprescindibles conocimientos sobre cultura gastronómica del cubano promedio.
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-. “Con tu buen gusto para la moda: Cómo optimizar el presupuesto familiar para usar ropas y calzado de calidad. Trucos para poner parches bonitos en las rodillas de los blue jeans y para reparar zapatos viejos con engrudo de producción nacional.
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-. “Con tu creatividad mecánica”: Cómo mejorar almendrones, Ladas, Moskvich y Polski Fiats”. Teleclase para transmitir imprescindibles conocimientos sobre cómo mantener vivos automóviles con casi un siglo de construidos. Este curso tiene un diplomado especial en “Optimización del transporte urbano”, en el cual se enseñará a la población un sinnúmero de técnicas para perseguir ómnibus y camellos, con una materia especial de meditación búdica, para las largas esperas en las paradas.
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Si esto pasa, no se asombren. Desde hace mucho rato en nuestra querida patria cualquier cosa es posible.

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viernes, enero 07, 2011

Sobre cómo destituir a un comandante de la revolución.

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La nota que emitió hace apenas unas horas el Noticiero Nacional de Televisión, y que fuese divulgada por Café Fuerte, es demoledora: Ramiro Valdés fue removido de su cargo como ministro de Informática y Comunicaciones, así como Fidel Fernando Figueroa fue despedido de su puesto a la cabeza del Ministerio de la Construcción.
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Parecería que a ambos les pasó lo mismo que a tantos otros, sacudidos de la mata en el año anterior, pero no. De eso nada. Cuando se refieren al compañero ex de la construcción, se dice sin mucho remilgo que la deposición aconteció por “errores cometidos en el desempeño del cargo” (por “incompetente” el infeliz, en un rubro que, por demás, desde hace décadas permanece en estado insalvable), pero con un comandante de la revolución, una verdadera momia viviente del Moncada, el Granma y la Sierra Maestra, no es tan sencillo. Para él la cosa tiene que ser más suave, algo así: “la decisión facilitará al vicepresidente del Consejo de Ministros Ramiro Valdés la atención al sector de la Construcción, la Industria Básica y la Informática y las Comunicaciones”… En otras palabras, el histórico comandante se encargará de tareas menos comprometedoras, sólo asomando la nariz de vez en cuando por esos tres ministerios, para que en lo adelante nadie lo pueda acusar de error alguno, sino que por el contrario, él mismo pueda acusar y defenestrar a cualquiera.

Así es como se cuida a un viejo comandante de la revolución, a un compinche de los originales, a un gran maestre de la octogenaria cofradía militar. No se le dice que el despido es por “deficiente gestión”, por “incapacidad” o por “corrupción”, sino que se le reacomoda en la cúpula, inventándole algún tipo de asesoría con la que puede seguir manteniendo su vida de millonario, su búnker personal, sus amantes jóvenes y sus inagotables privilegios de vice-presidente.

Ramiro, por demás, ya ha sido destituido de cargos importantes, al menos dos veces antes, bajo condiciones y dramas especiales (los detalles los contaba muy enjundiosamente Pedro Corzo en Cuba 2.0, hace casi un año), sin que ello significase una caída estrepitosa o definitiva, como sí ocurrió con otros muchos altos oficiales y ministros.

Y es que, amigos míos, aún cuando el actual mandatario Raúl Castro dijera en su pasado discurso ante la Asamblea Nacional que cualquier dirigente fallido sería depuesto sin miramientos – refiriéndose al castigo propinado recientemente al ministro de transporte, José Luis Sierra, a la de Industria Básica, Yadira García, y al Primer Secretario del PCC en Ciudad Habana, Pedro Sáez – no se estaba refiriendo a todos los mandamases, así, en un mismo saco, sino a aquellos que permanecen por debajo de la marca Moncada-Granma-Sierra Maestra. Esa línea divisoria vela porque no se afecten los que habitan en las alturas, en el Olimpo de los líderes históricos. Se puede arrastrar a segundones de menor trayectoria, a camajanes como Aldana o Acevedo, a héroes condecorados como Ochoa, a jovenazos descarriados como Robaina, Lage o Perez Roque, pero en estos tiempos difíciles, de ahí para arriba no se toca a nadie. Ni Ramiro Valdés, ni Machado Ventura – tampoco lo habría sido el ya difunto Almeida – ellos no serán jamás acusados de incompetencia, corrupción o de ser seducidos por las mieles del poder. Mucho menos los más altos estandartes del proceso revolucionario, los hermanos Castro, esos que seguirán disfrutando de la omnipotencia divina, de quitar y poner monigotes a voluntad, sin ser ellos mismos tocados jamás, ni con el pétalo de una rosa. Ellos no serán nunca atraídos por las “mieles del poder” porque no lo necesitan: ya están desayunando esas mieles, cada mañana, hace medio siglo.

Al decir del propio general Raúl Castro: “Quien mienta, sea quien sea, debe ser removido definitiva y no temporalmente del cargo que ocupa y, después del análisis de los organismos correspondientes, también separado de las filas del Partido Comunista”…

La salvedad que no se filtró en la Asamblea Nacional es esta: los que estamos de Ramiro para arriba tenemos licencia para mentir.


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jueves, enero 06, 2011

El Rufo que quiero recordar.

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Despierto con la noticia de que murió Rufo Caballero.

Además de la inevitable reflexión existencial – Rufo, al momento de su fallecimiento, tenía apenas un año más que yo – y la convicción tradicional de que para morirse lo único que hace falta es estar vivo, me sobreviene un episodio de remembranzas en el que compongo a un intelectual que conocí, alguien con amigos y enemigos en abundancia, pero que nunca pasó inadvertido en el panorama intelectual cubano, especialmente el audiovisual.

De Rufo, como de cualquier persona, es posible recordar lo bueno y lo malo. Es posible que mucha gente lo recuerde como alguien arrogante y afectado. Lo era en ocasiones, en verdad. Pero también destilaba un sentido del humor y una agudeza muy personales, característica que durante un buen tiempo lo hicieran imprescindible en los debates del Grupo de Creación de la televisión, cuando se aprobaban o bateaban proyectos de guiones dramatizados.

No voy a referirme a sus premios de ensayo, crítica o a la oficialista Distinción por la Cultura Nacional, prefiero citar al Rufo con el que compartí múltiples sesiones en la redacción del sexto piso, debatiendo telefilmes y amasando programas nuevos. Si bien más adelante nos vimos enfrascados en una de las tantas guerritas de “emilios” (e-mails a la cubana) en orillas encontradas y en torno a una obra televisiva de Charly Medina, prefiero regresarme a la época en que ejercitaba la crítica en cámara, cuando llevaba el espacio La Columna junto a la directora Elena Palacios. La guerrita de emilios se prolongó demasiado, Rufo se extendió en los ataques a su otrora amiga Magda González Grau, y muchos anónimos se escarnecían en detalles sórdidos que no venían al caso, sobre la supuesta sexualidad del crítico, pero La Columna, como luego hiciese El Caballete de Lucas, dejó un saldo notable de análisis teórico del audiovisual, tanto para el neófito como para los profesionales de la televisión, algunos virtualmente neófitos también.

Puede que muchos lo recuerden como un gordito pedante, pero esa máscara, a la luz de los años, ya no me juega con aquel Rufo Caballero que invité al programa El Expreso, y que aceptó de buen grado hacer una parodia de sí mismo en el banco de los Robertos. Rufo tenía un especial sentido del humor, del sarcasmo, del chucho mitad habanero mitad británico, y podía burlarse también de su propia imagen, sin miedo al ridículo. Si alguna vez no reaccionó muy feliz ante parodias ajenas, si podía escribir con rencor o complacencia según el estado de sus relaciones personales, eso prefiero dejarlo en la nebulosa del pasado.

Ahora sólo pienso en alguien que conocí y que recién se ha ido, demasiado tempranamente. Un tipo joven y brillante se perdió el 2011 y eso ya es razón suficiente para recordarle con decencia y respeto. Sentí lo mismo cuando supe de la muerte de Juan Carlos, un vecino de Marianao, enrollador de motores, que no era figura pública pero sí un gran amigo, un socito algo alcoholizado, que el año pasado sufrió un fatal derrame cerebral, también a los cuarenta y tantos.

Nada, la vida es una mierda. En paz descanse, Rufo Caballero.


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miércoles, enero 05, 2011

Enero de victorias.

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No todos los países del mundo reciben el nuevo año con una ola escalofriante de despidos. Ese es un mérito, una conquista de nuestra revolución socialista, que luego de 52 años de lucha por la igualdad, hayamos llegado a ser – parafraseando a Orwell – unos “más iguales” que otros, y como en los más duros tiempos del neoliberalismo, haya comenzado ya en la isla un proceso que dejará cesantes al 25% de la fuerza laboral.

Y como que en nuestra patria “el mundo al revés” no solamente sobrevive en esa rara pirámide invertida en la que un neurocirujano recibe menos retribución que un taxista, sino también en la reglas sociales del mundo civilizado, es justamente el sindicato nacional de los trabajadores quien se encarga de convencer a sus supuestos protegidos sobre las “necesidades del momento histórico”, que la revolución necesita que abandonen sus puestos de trabajo y salgan a resolver, como puedan, en el nuevo orden universal de la gestión “por cuenta propia”.

Los gobernantes permanecen ciegos, por voluntad o incapacidad – una dicotomía que, por demás, lleva medio siglo sin resolverse – ante un contexto que no sólo va a dejar a millón y medio de trabajadores y funcionarios sin su mermada entrada mensual, sino que los privará de sus fuentes habituales de “búsqueda”, o sea, de robo tolerado y trapicheo de supervivencia. El almacenero “interrupto” ahora ya no podrá sustraer aceite para vender a 25 pesos la libra, y tendrá que adaptarse a un mundo de improvisación privada donde carecerá de protección y entrenamiento previo.

Por ello el momento preciso de los despidos se ha vuelto una batalla campal entre viejos compañeros de trabajo. La chivatería se instala como defensa inevitable y los manejos turbios de las comisiones de limpieza vuelven a mostrar la esencia corrupta de un estado en la más triste miseria material y moral. La llamada “idoneidad” es también comprable, sobornable, y permanecer en el preciado puesto de un centro turístico está llegando a rondar – por lo bajito – los mil dólares.

La involución del socialismo en la isla está transitando el camino más árido y retorcido: se acepta la ineficacia del entramado socioeconómico, pero no se regresa del todo al único sistema que, con sus proverbiales defectos, funciona en la era moderna. Más bien se disfraza al viejo esquema soviético con reformas cobardes, con arreglos mediocres que, seguramente, van a traer más problemas que soluciones. El terror a abandonar el poder sigue pisoteando a la razón, la persistencia de una ideología con tufo a naftalina sigue siendo más prioritaria para el gobierno que la salvación nacional.

Muchos de nosotros llevamos ya unos cuantos eneros lejos del triunfalismo mediático, apartados de los discursos de fin de año – festejo siempre coincidente con el aniversario de la revolución – de las arengas que siempre acusan al imperialismo de todos los males y aseguran que el país saldrá adelante con la unidad de los cubanos y la confianza del pueblo en su partido. Este enero de victorias, tristemente iniciado con los despidos masivos, parece ser un enero diferente, un enero sin posibilidades de inyectar falsas esperanzas, un enero de incertidumbre, miedo y decepción.

Paradójicamente, la esperanza de la mayoría radica en la propia crisis de este diabólico mecanismo político. La involución del triunfalismo habrá de conducir, ahora sí, al desmembramiento estatal, a la creciente falta de credibilidad, al hastío definitivo de las consignas y, eventualmente, a los verdaderos cambios.

Un mejor país, más tarde o más temprano.

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Foto del autor: In-defensa (2007). Ruta 222 en la parada de 23 y L.
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