domingo, febrero 27, 2011

Los estertores de la épica.

_
En cualquier país civilizado, la oposición puede significar equilibrio político. No es raro que en la democracia más defectuosa las fuerzas opositoras – esas que pueden estar en el poder por un período y perderlo al siguiente – establezcan contrastes y ayuden a encontrar un punto medio en el entramado social. Pero en Cuba la oposición ha sido tenida, por medio siglo, como invasión extranjera.

Partamos de un hecho real: la oposición cubana actual carece de articulación. No es, en rigor, una fuerza preparada para, potencialmente al menos, influir en el destino político de la nación. El gobierno ha sabido limitar muy bien cualquier brote de inconformidad, disolviéndolo en un caldo de vigilancia mutua que desestimula automáticamente cualquier intención de disentir. No es extraño entonces que las pocas organizaciones cívicas que alcanzan a reunirse y proponer plataformas, sean comparativamente reducidas en número de integrantes, y que, sin ninguna otra opción para mantenerse con vida – y si partimos del hecho concreto de que cualquier opositor declarado pierde, ipso facto, su derecho a trabajar o recibir estudios superiores – que la de buscar ayuda del exterior, o al menos aceptarla.

Este detalle, inherente a cualquier movimiento de liberación, latente desde la guerra de independencia hasta la victoria castrista, desde la conspiración de tabaqueros en Tampa (Estados Unidos) hasta la partida del Granma en Tuxpan (México), significa para el gobierno cubano, ahora que está al mando, una invasión mercenaria, un financiamiento de potencias extranjeras y por tanto, un buen material para la actividad de contrainteligencia. Y el apoyo explícito del gobierno estadounidense a los escasos focos de disidencia, de suministro y manutención a quienes consideran pudieran ser de utilidad en la conquista de la democracia, alimenta aún más esta virtual extensión de la guerra fría, este constante atrincheramiento con visos de intromisión en asuntos internos y patriotismo secular.

Básicamente la ayuda de la SINA a los escasos opositores – a menudo ligada a intereses personales, a la búsqueda de méritos para emigrar, hacer declaraciones en algún programa de Miami, a resolver la salida de la familia y hasta a alguna bronca por dinero, bien registrada por el ojo del Gran Hermano – se circunscribe a apoyo material y tecnología para la información. No obstante se sigue aplicando el efecto “en silencio ha tenido que ser”, como si aún viviésemos la época en que los cónsules americanos estaban directamente implicados en atentados terroristas, o introduciendo armamento para los alzados del Escambray.

Las caricaturas de David.

Los remedos de aquel héroe de la serie de televisión, del agente David de Sergio Corrieri, ahora ya no penetran a la sede de la CIA en Langley. Con mucho, alcanzan a trenzar una red como la Avispa, que penetra organizaciones anticastristas de La Florida y son finalmente desmantelados, (con la deserción de casi todos sus miembros), y lo más común es que se dediquen a espiar a lo que han dado en llamar “grupúsculos contrarrevolucionarios”, a organizaciones civiles – todas ilegales desde su nacimiento – sin mucho contacto entre sí, y factibles de ser fácilmente desacreditadas, a tenor de sus propias debilidades y dificultades para acceder a la arena pública.

La televisión cubana transmitió ayer un programa especial, revelando el trabajo encubierto de los agentes Carlos Serpa Maceira y Moisés Rodríguez. Ambos habían estado durante años apareciendo como disidentes, y uno de ellos era considerado algo así como el vocero de las Damas de Blanco. La revelación llega acompañada de ese aire épico que siempre tuvieron algunos momentos clave de nuestra historia castrista. Estos son los “héroes anónimos que se sacrificaban por su pueblo”, y esta es la traición de los renegados, de los mercenarios al servicio del imperialismo.

Lo cierto es que, con todo y la parafernalia triunfalista, el programa no aporta nada nuevo. Ya han hablado bastante del apoyo de figuras de la extrema derecha, incluso terroristas confesos que han aprovechado el filón para darle a los opositores la ayuda que tanto necesitan. Ya habían sacado lasca al polémico detalle de Posada Carriles desfilando en una marcha de apoyo a las Damas de Blanco, como ya habían revelado cada plano de sus registros fílmicos en los movimientos de la SINA. Quemar a estos agentes sólo tiene un objetivo en estos momentos: revivir un contexto épico en el que el pueblo consideraba a estos espías como sus sacrificados emisarios, sus hermanos de trinchera sembrados en el corazón del enemigo.

El patético agente Serpa Maceira no abatió de un balazo al Coronel García ni fue rescatado por un comando guerrillero en un puesto secreto de la CIA en Tegucigalpa. Él sólo pasaba por periodista independiente – en un país donde ser periodista independiente es un crimen antipatriótico – y seguía con su celular a las Damas de Blanco. No combatía a la Contra nicaragüense, sólo simulaba apoyar a las esposas de los presos políticos y el único riesgo que corrió fue el de haber podido recibir un cabillazo por parte de sus propios compañeros segurosos.

La coyuntura internacional para distraer la atención del público interno, además, es la más apropiada. El gobierno cubano es uno de los pocos que no se han unido a la repulsa global por los asesinatos de Gadafi. En lugar de reclamar la salida del tirano, siguen acusando al imperialismo por sus supuestas intenciones de intervención en Libia, y contrario a toda lógica, siguen aplaudiendo al desquiciado dictador, ese amigo y compinche de tantos años.

Los cubanos de adentro apenas reciben noticias de lo que pasa en el Medio Oriente, permanecen ascéticamente alejados de la posible influencia de las rebeliones, y aparentemente de forma casual, reciben este tipo de programas donde se sigue demeritando a los escasos brotes de oposición interna. Lo hacen utilizando el efecto mediático de dos chivatos que se quitan la máscara y “rebelan” cosas que todo el mundo sabe. Ellos no fueron “descubiertos” por el “enemigo”. Pudieron permanecer disfrazados un tiempo más, seguir sirviendo a la policía política como informantes y ocultos desinformadores de la opinión pública mundial, aumentando la desunión en el fragmentado panorama opositor cubano y sus seguidores internacionales, saboteando intentos de diálogo y cohesión… Pero al gobierno, en un momento de inconformidad popular con el incierto futuro, de masiva apatía ideológica, le urgía mucho más la épica trasnochada de su programa de televisión.

Ya no hay tantas cosas en Cuba que, para lograrlas, deban andar ocultas.

_

1 comentario:

Anónimo dijo...

Alejandro Armengol se confunde y un articulo redactado inicialmente para el periodico granma lo publica en el herald.pero bueno todo queda en casa.

http://www.elnuevoherald.com/2011/02/28/v-fullstory/894544/alejandro-armengol-futuras-manchas.html