miércoles, marzo 30, 2011

Carter, de lo ridículo a lo sublime.

Mi asombro es estratosférico cuando escucho decir a Raúl Castro que James Carter es el mejor presidente que ha tenido Estados Unidos. Como Yoani Sánchez, yo también fui pionero en la época del Mariel. Vivía muy cerca de la embajada del Perú, y las consignas como “Carter, cabrón, acuérdate de Girón”, que repetíamos como salmodias zombis, no me resultan ahora tan fáciles de intercambiar por unas manos que se entrelazan, con sonrisas de oreja a oreja, bajo la escalera de un avión. Las caricaturas de René de la Nuez en el Granma eran más que evidentes de lo que los Castro pensaban de Jimmy Carter – y por extensión lo que nos hacían pensar a nosotros – y aunque no era más de la misma vulgaridad con la que se mofaban de todos los presidentes norteamericanos, el caso de Carter se destacaba por el contexto crítico del Mariel. Era un monito dientuzo y cabezón, barrigoncito. ombligudo, con un tibor de sombrero y delante de un latón de basura desbordado de caca apestosa. Vestía un traje con capa remedando a Superman, canilludo y llorón. Y ahora lo reciben y lo despiden como si fuese George Washington en persona, o Martín Luther King, o la pantera negra Angela Davis (de quien hace años no se habla en Cuba, quizás porque en un día aciago, aún siendo comunista, se declaró lesbiana), y nuestros dirigentes no parecen recordar aquellos discursos encendidos en contra de aquel odiado presidente norteamericano con cara de anormal, o aquel show humorístico armado a la carrera en el Karl Marx donde, en un sketch con lecciones de “inglés básico para escorias”, se enseñaba: “Yo soy un carterista… I am Carter”, “Yo no soy un carterista cualquiera, yo soy un señor carterista… I am Mister Carter”… . . .

Muchos chiquillos de entonces, y otros no tan chiquillos, nos reímos bastante con aquellos chistes “revolucionarios”, pero no todos estuvimos el pasado lunes 28, en el aeropuerto de La Habana, para recibirlo oficialmente – por segunda vez – como si no hubiese pasado nada. Como si las caricaturas de Nuez no hubieran existido, como si borrar años enteros de odio fuese posible sólo con una sonrisota diplomática.


. Estas caricaturas, originales de René de la Nuez, aparecieron en el periódico Granma el 25 de mayo de 1980.

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sábado, marzo 26, 2011

El Behmaras que llevo dentro.

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Somos hijos de nuestra época, casi más que de nuestros propios padres. Obramos según lo que la época nos enseña, según las creencias que de ella extraemos. Y de una época indescriptiblemente ilusoria, romántica, miope y adorablemente retorcida, nació la obra humorística de Marcos Behmaras.

El escritor nacido en Jovellanos, Matanzas, escribió mucho sobre aquel período de confianza en la Revolución, y lo hizo con la más exquisita ironía, formando un dueto impecable con el caricaturista Virgilio. Los temas de Salaciones del Reader’s Indigest (remedo de aquellas Selecciones del Reader’s Digest de la Guerra Fría), en una etapa histórica que exigía crudas definiciones, iban desde el choteo al ambiente batistiano hasta la parodia del periodismo americano y sus motivos imperiales.

Pero también Marcos Behmaras se adentraba en la crítica visceral y sin anestesia de aquellas primeras manifestaciones de ideologización robótica y burocracia representativa de los años sesenta. Textos como los aparecidos en el suplemento ficticio El Sociolisto (no dejar pasar la temprana alegoría cómica al concepto “socialista”), despojados de dogma, me llevan a aventurar la hipótesis de que, de no haber muerto Behmaras tan tempranamente, acaso su velocidad de pensamiento, buen gusto y sentido del sarcasmo lo habrían llevado a evolucionar hasta el lado opuesto, al de la humorada crítica en contra de la irracionalidad, los esquemas políticos negativos, la violencia y el afán de poder que para muchos fue transitando de la mística imperialista de posguerra hasta la dictadura tropical de los antiguos revolucionarios.

El último concurso.

Comenzaba en la Escuela de Arte por entonces, y conseguí colarme en un concurso de humorismo para televisión que llevaba el nombre de Marcos Behmaras. Me dieron una mención, entre otras cinco, pues al parecer la orientación "de arriba" era promover el talento joven de entonces, y canalizarlo hacia un humorismo televisivo que ya daba signos de agotamiento. Lo contradictorio fue que el primer premio se lo ganó alguien ya mayor y con escaso talento, y entre las seis menciones también quedó relegado nada menos que el legendario grupo Nos-Y-Otros, cuyos miembros (Eduardo del Llano, Orlando Cruzata, entre otros) más adelante influyeron de manera decisiva en el humor, la literatura y el audiovisual en Cuba.

Aquel fue el último concurso de humorismo Marcos Behmaras. Años después, trabajando ya en la misma televisión en la que mi viejo ídolo había trabajado – y de hecho le costó la vida, pues el accidente automovilístico fatal aconteció mientras andaba por el interior del país, recogiendo opiniones sobre la programación – un amigo asesor, también escritor humorístico, me premió con una opinión inmerecida: “Tú eres el Marcos Behmaras del siglo XXI”. La parábola de mi amigo, dicha con buenas intenciones a pesar de lo exagerado, se sostenía en una particularidad de mi trabajo, que al menos en lo tocante a la escritura de guiones, no discriminaba entre un libreto humorístico y uno policíaco, un musical o un telefilme. Marcos Behmaras, desde los tiempos de la televisión en vivo era, en efecto, lo suficientemente versátil como para salir triunfante por igual con la comedia en “Detrás de la fachada” como con las tramas policíacas de “Sector 40”.

Las Salaciones.

Si bien me di el gusto de seguir sus pasos en mis años del ICRT, y divertirme escribiendo para cualquier redacción de la televisión cubana (exceptuando a los informativos, solavaya) con un aliento muy behmariano, nunca había tenido el chance de imitarlo en el humor costumbrista, en el choteo a los íconos políticos y en la sátira al poder corrupto, al absurdo que nos toca en la época que nos corresponde habitar.

Tomando el riesgo de asumir como continuidad, y sin permiso, algo que acaso funcionase como ruptura, pues nadie puede asegurar si al fin y al cabo Marcos Behmaras habría dejado de enaltecer al evangelio castrista o si por el contrario se habría vuelto un apologista a toda costa, me arriesgo a la convocación, a la absorción de su espíritu bromista y comienzo a escribir mis propias Salaciones, las de una virtual revista Bohemia que ya aventaja al viejo Reader’s Digest en sus posturas retrógradas, reaccionarias y derechistas.

El alma de Marcos Behmaras ya sabrá que el atrevimiento nació con las mejores intenciones.

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martes, marzo 22, 2011

Pongamos que hablo de La Habana.

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Joaquín Sabina supo desde los setenta lo que significaba el exilio. Vivió en Londres huyendo de Franco – sus alucinaciones juveniles lo llevaron a tirar un coctel molotov en una sucursal del Banco de Bilbao y a proteger a etarras en su casa de Londres – y por años no tuvo mejor modelo social que el de la revolución cubana. Los días eran así. Muchos de su generación fueron seducidos por el aura redentora de los barbudos verdeolivo, y sólo después de una vida de fe ciega en las buenas intenciones de Fidel Castro, han comenzado a mirar la realidad cubana sin gafas de sol.
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Para quienes sufrieron la dictadura franquista a veces no resulta fácil establecer las similitudes con la dictadura de Castro. Aparentemente ambas eran excluyentes, y sus ideologías opuestas. Sólo después de mucho tiempo y valor para dejar atrás los clichés de la izquierda y la derecha es posible darse cuenta de que los extremos se tocan, que Francisco Franco y Fidel Castro tienen más similitudes que diferencias, y que un poeta no tiene por qué ser un eterno apologista de utopías destrozadas.
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Sabina se va de gira a los Estados Unidos, y ha dicho al Nuevo Herald: “Cuba es un país maravilloso con mucha gente que no debería estar en el exilio”, y lo más rotundo: “Cuba es un fracaso histórico”… Sabina quizás prepara la opinión de La Florida para sus conciertos, quizás ha llegado, por fin, al punto de análisis que le permite dejar atrás al romanticismo guevariano. Quizás ambas cosas. Más allá de sus escalofriantes imágenes sobre La Habana (…y el mañana era un niño que mentía / y todos se llamaban Robinson…), las visitas de Sabina a Cuba siempre parecían rodeadas por un clima de conformidad y aceptación. Ahora el genio cantautor, al parecer, ha decidido la demolición de su pasado guerrillero. Ha invitado a Willy Chirino a cantar con él “Medias negras”, y se ha declarado amigo de Paquito Rivera y Bebo Valdés.

Joaquín Sabina debe saber que ya el homólogo tropical de Franco debe haber decretado su desaparición de la radio cubana, y que le será muy difícil regresar a aquella amada isla donde “el mundo va al revés” y donde “en cada bicicleta caben tres”. De las mentiras piadosas por ser juez y parte en un hotel, dulce hotel habanero, ha pasado a las malas compañías, aliviado de luto, y sus enemigos íntimos ya no le permitirán más decir esta boca es mía.

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lunes, marzo 21, 2011

Carnavalito para Obama.

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Era febrero del 2009 y Obama aparecía en la pierna de una reina del carnaval brasileño. Esta creación de la naturaleza, Viviane Castro, se manifestaba entonces, muy sobria de vestimentas, contra la comercialización de la Amazonía a favor de los Estados Unidos. Lula da Silva aparecía en la otra pierna y los brasileños en masa disfrutaban de la protesta como mejor saben hacerlo, con la alegría del samba y la belleza de sus mujeres.
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Pero a largo plazo, ni siquiera Brasil con toda su alegría escapa a la influencia amarga del estalinismo seudo comunista.
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El carnaval de la hipérbole.

Dice Prensa Latina que “cientos de manifestantes repudiaron hoy (20 de marzo de 2011) la presencia del presidente de Estados Unidos…”, Bohemia cuenta sobre una “violenta represión” donde fueron apresados quince jóvenes, y Telesur informa sobre protestas de unas 500 personas. El resto de las fuentes, probablemente todas vendidas al imperialismo y comprometidas con la campaña de desinformación en contra de la revolución cubana, hablan de una visita tranquila, con algunas protestas por parte de pequeños grupos, convocados por partidos de izquierda, y que no tuvieron tanta concurrencia como la que se esperaba. La represión que cuenta Bohemia no se ve ni en el reportaje de Telesur, donde apenas se detalla como fuerzas a caballo impidieron el paso de los manifestantes al teatro donde Obama pronunciase su discurso.

Este es otro capítulo de la fiebre anti yanqui en un período en el que Libia acapara los titulares, Gadafi – el amigo de quienes propagan estas “grandes protestas” – es beneficiado con un poco de distracción mientras medita en lo que va a hacer con la coalición y los sublevados, y de alguna manera, en las protestas de estos izquierdistas brasileños se cuelan banderas cubanas y fotos de los cinco espías de la red Avispa, íconos casi siempre manejados por las embajadas cubanas en cualquier país donde siempre aparecen devotos del castrismo para levantar carteles en lugar de los diplomáticos.
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Las imágenes hablan por sí solas. Cuatro gatos aparecen en planos mayormente cerrados, con banderas de la Liga Comunista o del Partido Socialista y las viejas consignas al estilo Go home!, esas que parecían muy acordes en tiempos de Nixon, pero ya un poco anacrónicas con Obama y su imagen liberal. De trasfondo, el sospechoso reclamo por la no invasión a Libia. Entre 500 (conteo conservador de Telesur) y 600 manifestantes (conteo exacerbado de Prensa Latina), las agencias comprometidas con los Castro y con Chávez pintan una parada multitudinaria con unos pocos centenares de fanáticos en una ciudad donde habitan seis millones de personas. Todo un carnavalito socialista en la tierra de la alegría.

Ahora que ejtamo en Cuba libre, celebrando ejte carnaval.

A diferencia de la realidad brasileña, esa nación con corrientes de izquierda muy latentes, con grandes fisuras de desigualdad social pero con una economía con los pies sobre la tierra y un futuro prometedor, nuestra alegría de carnaval lleva varias décadas secuestrada por la ideología dominante. Lo que en Brasil es excepción, en Cuba es la regla. Nuestros carnavales ya no son los del malecón y las carrozas, sino las marchas del pueblo combatiente en la plaza de la revolución. Nuestros debilitados paseos de comparsas ya no pueden competir con los desfiles políticos, ni los muñecones pueden superar en número a las enormes fotografías de los líderes supremos.

Como hace tantos años fueron abolidas las reinas del carnaval, no hay la más mínima posibilidad de que tengamos a nuestra propia Viviane Castro protestando contra la Base Naval de Guantánamo con Obama pintado en una pierna. Sólo las amargas turbas con banderas rojas gritando las mismas consignas en contra del imperialismo.

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Círculos bolivarianos, partido y liga comunista en una marcha convocada desde una semana antes y que también sirvió para proteger a Gadafi de las malas intenciones norteamericanas.

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domingo, marzo 20, 2011

Satán, Gadafi y la ultraizquierda.

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Un buen amigo mexicano que anda por los Estados Unidos posteó un artículo en Facebook y me etiquetó. El título ya me resultaba muy familiar – Satán entró en Libya con fines humanitarios – con un subtítulo aún más sugerente – El Imperio payaso asesino – un estilo demasiado conocido para quienes desde pequeños fuimos entrenados en el arte de metabolizar al vecino del norte como una especie de poder infernal, como una fuerza maligna todopoderosa que nos atraía y nos despreciaba. Así, sin matices, metiendo en un mismo saco a la guerra de Vietnam, al asesinato de Kennedy, a Hollywood, a Mickey Mouse y a la goma de mascar.

El artículo, publicado en la página Kaos en la red por Orlando Sabini, un rabioso ultraizquierdista uruguayo, intenta revertir el tímido avance de la coalición en Libia – hasta el momento sólo un recurso para detener temporalmente a un Gadafi enardecido – en un protervo complot internacional para que el Imperio se apodere del petróleo libio, interviniendo diabólicamente en los asuntos internos de un país libre.

El discurso antiyanqui siempre ha sido cercano a los cubanos, la parcialización a ultranza en contra de todo lo que huela a norteamericano es el pan nuestro de cada día en la prensa oficial, y especialmente en la retórica audiovisual de la Mesa Redonda y el Noticiero Nacional de Televisión (NTV). Pero esta vez ocurre algo paradójico: Ahora no sólo siguen echando mano a las “siniestras estrategias” de los Estados Unidos, sino que se han dado a la tarea de tapar cuidadosamente cualquier referencia a los crímenes de Gadafi, o cualquier antecedente de perversión o corrupción del tirano. Nada dicen de los millones que le pagaba Gadafi a Beyoncé por un concierto privado, o de cómo financió la campaña de Sarkozy con el dinero del erario público libio, nada dicen de sus costosas excentricidades, mucho menos de sus ataques a civiles y sus más sangrientas amenazas a Bengasi:”Iremos casa por casa, habitación por habitación”…

Los ultraizquierdistas latinoamericanos suelen apoyar incondicionalmente a los Castro, a Chávez y demás caudillos que se unen al carnaval anti gringo. Regularmente enarbolan las gastadas banderas de la justicia social soviética y culpan de todos los desastres del socialismo a la CIA, al Pentágono y a la Casa Blanca. La parcialización ciega los lleva ahora a cerrar filas con Gadafi, a defenderlo más o menos abiertamente. El NTV se aferra al argumento de la no injerencia – olvidando convenientemente a la tradicional injerencia cubana en países como Angola, Etiopía, o un larguísimo etcétera de guerrillas latinoamericanas – y discrimina ahora a la intervención humanitaria por considerarla una intromisión en los asuntos internos de Libia.

Este ha sido uno de los peores patinazos de la propaganda procomunista en los últimos tiempos. La entrada en Irak pudo ser ilegal, con pretextos no muy bien armados, motivada por intereses económicos con todo y la aceptable consecuencia de que Hussein, otro monstruo, perdiera su hegemonía, pero con Libia todo se ha hecho conforme a las reglas de la ONU y con el cuidado de no intervenir aún por vía terrestre. Esta vez Francia comenzó el ataque, no el imperialismo yanqui. El patinazo que desconcierta a cualquier izquierdista informado es que todavía estos líderes supuestamente socialistas, y sus incondicionales voceros periodísticos (o hasta trovadores como Silvio Rodríguez), persisten en tirarle la toalla al exótico demente, al obvio tirano megalómano que no sólo ha convertido a Libia en su feudo particular, reclamando devoción absoluta a su persona, sino que les ha enfilado los cañones a su propia gente sin el menor remordimiento.

Siguen acusando a los imperialistas por la manipulación mediática, y olvidan que ya no es CNN ni El País, sino Twitter y las redes sociales de internet quienes divulgan mejor las crisis y las masacres.

En el fondo, estos soldaditos del estalinismo sólo están aterrados con la posibilidad de que a sus ídolos les pueda pasar, en un futuro cercano, lo que hoy les acontece a los dictadores del Medio Oriente. Ese terror amerita entonces un nuevo ángulo para la propagación de sus verdades relativas.


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viernes, marzo 18, 2011

Las razones de Langley.

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Apenas unas horas después de transmitido el último episodio de la novela por entregas Las razones de Cuba, en la que hasta el momento se han destapado cuatro espías de mala muerte que la seguridad cubana insertó en espacios de la disidencia, o bien en espacios no muy bien definidos – en los que ni siquiera quedaba claro a quién o a quiénes espiaban, fuera de ese fantasma, ogro, lobo o “el coco” del imperialismo yanqui – elevados a la categoría de héroes aún cuando el riesgo que corrían en sus misiones era francamente ridículo, se filtra al exterior de Cuba el arresto, por parte de la propia seguridad, de José Antonio Torres, uno de los más reconocidos reporteros del diario Granma en el oriente del país.

Torres fue detenido en Santiago de Cuba, y trasladado a La Habana. Según rumores – no hay por el momento fuente más confiable si la prensa oficial suele tomarse su tiempo para reconocer este tipo de eventos, cuando no los da a conocer en absoluto – esta detención ha sido a causa de que el reportero de marras trabajaba para la Agencia Central de Inteligencia.

De resultar ciertos los rumores, durante una apreciable cantidad de tiempo alguien infiltrado por la agencia de Langley estuvo muy próximo a los eventos políticos en Santiago de Cuba, alguien publicado con regularidad en el famélico órgano oficial del PCC, alguien que anduvo fotografiando de muy cerca a las figuras principales del gobierno y que recibió elogios directos de Raúl Castro (“Llegue un reconocimiento al periodista santiaguero José Antonio Torres, por su constancia en el seguimiento de esta obra”), alguien que sí estuvo arriesgando mucho en el ejercicio del espionaje, y que sin duda alguna recibirá, después de largos interrogatorios, todo el desquite de los Castro por la pérdida de los cinco espías de la red Avispa en territorio norteamericano, años atrás.

Según los mismos rumores, Torres lleva ya un mes detenido. Si en definitiva es cierto que trabajaba para la CIA… ¿por qué no ha sido utilizado por el gobierno para equilibrar fuerzas en la campaña por la liberación de los Cinco? ¿Por qué no enfatizar la intervención de una agencia de contrainteligencia norteamericana en la vida nacional con esta espectacular detención? ¿Por qué dar más relevancia a un empleado norteamericano que repartía equipos de satélite, dando amplia cobertura a la sentencia de quince años impuesta a un paseante que ni siquiera quedó claro que fuese un espía con todas las de la ley? ¿Por qué Torres no apareció en la televisión como ejemplo de las “acciones enemigas” en contra de la revolución, en este pasado mes de “revelaciones importantes”, de “pruebas” en contra de la oposición y sus patrocinios?

Es obvio que a la opinión norteamericana no le molestaría tanto la prisión de un periodista santiaguero como sí le incomoda la condena de un connacional, aún cuando ambos son apresados, aparentemente, por razones similares, por trabajar de incógnito para su lado del tablero. Nuestros gobernantes no hacen sino manejar a conveniencia las fichas de la política, incluso cuando se trata de denunciar o acallar las operaciones del enemigo en sus propios predios.

Al menos ha quedado claro que en las filas castristas también se cuelan informantes inesperados, y que Langley también tiene sus razones para vigilar a los dictadores plataneros que nos gobiernan desde hace más de medio siglo.

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martes, marzo 15, 2011

¿Quién fabrica a quién?

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El culebrón de los chivatos continúa. Ahora intentan demostrar cómo se “fabrican” disidentes entre los artistas cubanos, y para ello han destapado al informante Frank Carlos Vázquez, el agente Robin, a quien muestran como un “artista plástico” al que presuntamente quisieron utilizar para “desestabilizar” al estado cubano.

Las revelaciones siguen siendo las mismas verdades de Perogrullo: que si la USAID financia posibles brotes de rebeldía en Cuba, que si Washington persiste en apoyar a la disidencia, que si se inventan patrañas porque en Cuba todo está de maravillas… Esta vez, al parecer, han tratado de penetrar a los artistas cubanos para voltearlos en contra de su revolución socialista.

¿Y quién es este artista?

Un repaso por los buscadores inmediatamente nos devuelve la ausencia total de una obra digna de destacarse. La única referencia a Frank Carlos Vázquez, previa a su repentina fama actual como “agente Robin”, está en la página de otro pintor pinareño, David González, un desconocido con casi nula presencia o premios internacionales, y que replica Ecured situando a Frank Carlos Vázquez como poseedor de uno de los cuadros de González en su galería personal, y a quien no se alude más que como “galerista y promotor cultural”.

Artistas plásticos valiosos abundan y radican en Cuba, con sobrado reconocimiento y prestigio en todo el mundo. Pero ninguno parece tener ganas de ser agente de la seguridad. Por el contrario, son los artistas plásticos quienes, desde las épocas de mayor represión, buscaban la manera de comunicar a la gente, mediante exposiciones y performances en extremo contestatarios, su incomodidad con la política cubana.

Desde Arte Calle a Tania Bruguera, el gremio de la plástica siempre se destacó por su rebeldía, aún sin la más mínima ayuda del exterior. Este vago que vivía del trapicheo con obras de arte no está autorizado a hablar en nombre de los artistas cubanos, porque él, sencillamente, no es uno de ellos.

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sábado, marzo 12, 2011

Presunto culpable, una visión cubana.

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El alud en la taquilla y en la opinión pública que ha inundado a México por estos días, con la aparición de Presunto culpable, el documental de los abogados Roberto Hernández y Layda Negrete, me ha llevado a reflexionar en lo que significa, en gran escala, la libertad de expresión. Una vez más, las analogías Cuba-mundo exterior vuelven a establecer indiscretos puntos de análisis.

En primer lugar, es innegable que el sistema judicial mexicano es un completo desastre. De eso se trata este documental que actualmente se encuentra en litigio por el supuesto uso de imagen de testigos sin consentimiento, de cómo un grupo de abogados destapa la condena por homicidio de un inocente – sin pruebas, sin investigación seria por parte de la policía – y que retomarlo sólo fue posible al comprobarse que su anterior abogado defensor ejercía con credencial falsa. Las fallas de un sistema que no contiene la presunción de inocencia como premisa, además del entierro perverso de los casos y el premio a los judiciales tramposos, desnuda una realidad compleja y tenebrosa donde es más fácil condenar a un inocente que a un criminal.

Ahora bien, dejando a un lado las similitudes estructurales con el sistema cubano, en el que tampoco hay jurados (la representación popular en los juicios es a través de un par de “jueces legos” que sólo funcionan decorativamente), donde la fiscalía responde de manera obvia a los intereses del gobierno y donde tampoco se es inocente hasta tanto se demuestre lo contrario – más bien eres culpable mientras no consigas rebatirlo – lo que mejor salta a la vista es, precisamente, la manera en que todo esto emerge a la luz pública, a la vista del mexicano común.

Un par de abogados consigue apoyo y se sumerge en los laberintos del sistema. Llevan una cámara y dejan constancia de los desmanes del poder, desde la detención por parte de los oficiales hasta la diabólica parcialidad del juez que asume por segunda vez un juicio sin pruebas ni pudor. El documental retrata al detalle las condiciones en que viven los presos y llega hasta el tribunal supremo, donde por fin se hace justicia al joven Antonio Zúñiga.

Algo así en Cuba sería del todo imposible. Entrar con una cámara a una institución oficial puede resultar una odisea sin retorno. Indagar en documentos oficiales, en archivos y expedientes se vuelve, de plano, espionaje y desestabilización. Y más allá, su exhibición en salas de cine o cobertura en la prensa y los noticieros entraría ya en el terreno de la fantasía más onírica.

Las estadísticas de Roberto Hernández y Layda Negrete son escalofriantes, pero al menos salen a la luz pública, se multiplican en las salas de Cinépolis y en las copias piratas, en enlaces de internet que constantemente suben y se desactivan por derechos de autor, y los mexicanos pueden valorar lo que ocurre en su nación y, eventualmente, prepararse para los cambios futuros. Las estadísticas cubanas de encartados por esa aberración jurídica que han dado en llamar “peligrosidad pre-delictiva” siguen en una nebulosa, como las permanentes violaciones de las autoridades a la ley cuando detienen y mantienen largos meses sin cargos a los desafectos políticos. No existen documentales acerca de la manera en que se arman los juicios contra los opositores, y como los abogados de la defensa son, o bien maniatados, o bien más fiscales que los propios fiscales.

La censura que ha recibido Presunto culpable, ya demasiado tarde para detener su impacto, no puede compararse con la férrea corrección que la jurisprudencia cubana reserva para todo aquello que se meta en camisa de once varas. Esfuerzos aislados como el de la independiente (e ilegal) Asociación Jurídica Cubana, no suelen llegar al conocimiento público en medios de prensa monopolizados por el gobierno.

Es un hecho que las presiones a la prensa mexicana son mucho más directas (acaso más brutales) que las que padecen los periodistas oficiales en Cuba, y que se resienten más aún en las denuncias al crimen organizado o a la propia corrupción policial, pero de cualquier modo estas monstruosidades no son letra de constitución. Hay periodistas amenazados o asesinados, pero esto sigue siendo ilegal, no es una política gubernamental ejecutada de manera abierta y explícita. En Cuba es legal encerrar y condenar a los periodistas independientes, o a supuestos espías como Alan Gross – un presunto culpable condenado hoy mismo a 15 años de prisión por distribuir equipos satelitales a la comunidad judía – y hacerlo en el marco de juicios descaradamente parcializados.

No sueño con la quimera de un estado impoluto, sólo con el día en que sus habitantes tengan el derecho de armarse con una cámara y expresar sus puntos de vista sin ser amordazados por el poder.

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jueves, marzo 10, 2011

Finalmente, Biscet.

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El más informado de los bloggeros oficialistas, Yohandry Fontana (presumiblemente un seudónimo, casi un anagrama armado entre el nombre de Yoani Sánchez y el del verdadero autor, el ciberesbirro Eduardo Fontes, hombre clave de la policía política en la red), ha filtrado la noticia más esperada por la mayoría del exilio en los últimos meses. En pocos días será finalmente liberado el doctor Oscar Elías Biscet, uno de los pocos, entre los 75 condenados en la Primavera Negra del 2003, que se han mantenido intransigentes ante la cobarde deportación a España.

Ya se sabe que no es una liberación de verdad, que con todo y que el cardenal Jaime Richelieu Ortega lo llamase personalmente a la prisión para darle la buena nueva, a Biscet le darán “licencia extrapenal”, o lo que es lo mismo, un permiso para estar fuera de la cárcel mientras se porte bien, con la seguridad de que será regresado al presidio si insiste en seguir hablando mal del gobierno.

La razón principal de que el doctor Oscar Elías Biscet haya sido guardado por tanto tiempo, muchos meses más allá del plazo prometido por Raúl Castro para liberarlos a todos, está en la fortaleza de su imagen. A las pocas cabezas sobresalientes de la oposición les han encontrado – o bien fabricado – defectos. A todos les adjudican oscuros intereses personales, monetarios o simplemente ser lacayos del imperialismo. Pero al doctor Biscet no han conseguido demeritarlo de ninguna manera.

Biscet no ha podido ser calumniado por la propaganda castrista – al menos hasta el momento – y ello quizás se deba a su imagen de sobria austeridad. Sus acciones proyectan humildad, decencia y hombría, algo que no siempre se conjuga del todo con las modernas necesidades de la publicidad política y las campañas mediáticas. Es simplemente un líder natural que puede romperles el esquema de los clásicos “mercenarios” y llevar tras de sí a mucha gente en la lucha pacífica por los derechos ciudadanos.

Es posible que hayan considerado la coyuntura actual para por fin soltarlo. Han desplegado una fuerte campaña en la prensa, desacreditando a la oposición, con el destape de unos cuantos soplones, y quizás piensen que en estos momentos Biscet no representa un peligro real para la dictadura.

Por suerte, el doctor Oscar Elías Biscet no piensa quedarse quieto. Si hubiese acpetado la mordaza del gobierno ya se habría ido a España hace meses, con todo y familia.

Este episodio de nuestra historia apenas comienza.


El doctor Biscet junto a su esposa, la Dama de Blanco Elsa Morejón.


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UP DATE (11 de marzo de 2011)

¡LIBERADO OSCAR ELÍAS BISCET!
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Luego de once años de cárcel, con una condena de 25, ha sido finalmente excarcelado el doctor Oscar Elías Biscet. Un momento que debemos recordar, pues se insertará en la historia de Cuba como un paso más en el desmembramiento de la dictadura.

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martes, marzo 08, 2011

La pasarela de los chivatos.

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El desfile de chivatos quemados continúa. El momento de sacar a la publicidad al más reciente – un buscavidas que antes de ser reclutado se ganaba los frijoles instalando antenas parabólicas clandestinas y trapicheando ilegalmente con piezas de computadoras – no podía ser mejor. El juicio a Alan Gross está concluso para sentencia, y todo lo que se haga para satanizar a Internet es poco. Todo lo que apoye al mito de que la información es subversión, que hacer llegar internet a los cubanos es contrainteligencia y que un servidor es lo mismo que una planta espía de la Segunda Guerra Mundial, todo será poco para ellos en este período en el que las dictaduras del Medio Oriente se tambalean y caen, gracias a la red 2.0, gracias a la cercanía y libertad de expresión que genera una modernidad de nodos enlazados entre sí.

Dice el Granma: “¿Acaso habrían pensado Marcos y Robert Guerra (el amigo radicado en España y el “extranjero malo”) que el hecho de trabajar «por la izquierda» presuponía que él podía hacer algo en contra de su país?”… Al reconocer que alguien como el recién destapado delator “trabajaba por la izquierda”, o dicho en términos castristas “realizaba labores ilícitas” para sortear la dura crisis económica delinquiendo, es un buen ejemplo de que ya no están saliendo de muy buena calidad los chivatos de la seguridad. La reciente hornada de informantes no ostenta mucho brillo cerebral, y más bien lucen como atrapados en malos pasos a quienes no les quedó más remedio que tomar el lado de los gendarmes y quedar fuera de prisión.

Después del destape… ¿seguirá el delator trabajando “por la izquierda” o ya se habrá ganado un puesto en el Ministerio de Informática y Comunicaciones, obteniendo como salario una mínima fracción de lo que se buscaba como trapichero de parábolas clandestinas?

El texto final de Dalexi González en el episodio “Verdades y principios”, del culebrón "Las Razones de Cuba", un texto leído por él con muy mala técnica actoral, escrito por quién sabe qué cursi especialista: “A partir de entonces me convertí en Alejandro para ellos, y en Raúl para la seguridad de mi país”, caminando delante de una bandera cubana que ondula en el cielo despejado de los más puros ideales, parece ser el justo y adecuado colofón al desfile ridículo en el que un gobierno patalea ante lo inevitable, ante una revolución tecnológica que muy pronto hará imposible la tarea de bloquear la información y el acceso a las redes sociales de Internet, mucho menos seguir construyendo héroes con seres tan patéticos como estos que ahora desfilan, uno tras otro, ante las cámaras de la televisión cubana.

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domingo, marzo 06, 2011

Maria do Carmo Guevara o La Comparsa del Guerrillero Heroico.

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Una carroza de carnaval es lo que va quedando de la homérica simbología cubana revolucionaria. Encima de la carroza, no muy grácil para el samba pero con el ADN preciso, la señora del destino. Aleida Guevara, hija del ícono más vendido de la Nueva Era, pediatra de cincuenta años, nacida y criada en Cuba pero con acento argentino, pregonera del gobierno cubano en el mundo, ha llegado a la cúspide del sueño izquierdista, montada en un tanque de cartón y llorando de dicha ante una multitud ebria de gozo y cachazinha.

Los gozadores de una escuela de samba de Florianópolis la convocaron a través de la solícita embajada de Cuba en Brasil, y así apareció ella, lista a encabezar un desfile de carnaval, vestida con la bandera de Cuba y rodeada de imágenes alegóricas a la historia de la revolución, entre ellas un busto de Martí y el escudo nacional cubano recholateando entre tambores y fuegos artificiales.

La señora del acento argentino que vestía con nuestra bandera, lucía feliz de ser el centro de atención en el más pueril de los mitines revolucionarios. Los huesos de su difunto padre – en Santa Clara o en algún lugar de Bolivia, donde sea que estén – debieron sacudirse de tanto encabronamiento. Unos cuantos millones de camisetas y boinas vendidas a costa de su violenta utopía, pase. Pero la hija obesa encaramada en una carroza, rodeada de comparsas verde olivo, tirando a jodedera tantos muertos, tantas generaciones embobecidas con el cuento de la redención comunista… Eso sería demasiado para el austero carnicero de La Cabaña y sus manías de humildad.

Un buen tema que nunca se debatirá en la Mesa Redonda de la televisión cubana y unas fotografías difíciles de creer que jamás saldrán publicadas en el periódico Granma.

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jueves, marzo 03, 2011

Chávez en tiempos de Machado.

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Muamar el Gadafi delira. Su patria arde y él, mientras tanto, sigue diciendo que sus súbditos lo aman, que las turbas de fieles y mercenarios son su pueblo, y que Al Qaeda tiene la culpa de todo. Hay una congestión bíblica en la frontera con Túnez, como si toda Libia estuviese tratando de irse y salvar el pellejo, y Hugo Chávez, amoroso, sigue asegurando que todo no es más que propaganda imperialista.

Los dictadores, llámense comunistas, socialistas del siglo XXI o musulmanes con Libro Verde tienen algo en común: no ven la realidad ni aunque les explote en la cara. Y más allá de eso, esconden a los demás su propia realidad, la endulzan y tergiversan, como si el resto del mundo se chupara el dedo.

Poner la podrida.

Chávez, como Fidel Castro, ha construido su propia versión de la realidad y la ha vendido ya empaquetada a los oídos crédulos de la izquierda internacional. Sin duda espera a que las cosas se resuelvan solas, a saber, mientras llega la tan ansiada igualdad para las masas venezolanas, se puede ir tirando con unas cuantas consignas. Eso es lo que ha hecho su sensei Fidel por más de medio siglo y la verdad, no le ha salido tan mal.

Pero Chávez no ha tenido tiempo – o la suerte – de eliminar a todos sus opositores. Confiado en su gracia eterna no alcanzó a instaurar bases legales para su permanencia indefinida en el cargo de presidente, como sí hicieron sus maestros cubanos, y he aquí que buena parte de Venezuela ya se sacude la retórica y tantea los beneficios de la dictadura. Algunos pueden llegar a la Asamblea Nacional y poner la podrida. Aunque el interpelado no haga mucho caso, las verdades pesan como yunques. Cuando una jevita enérgica y febril habla, la estulticia tiembla.

¿Quién es María Corina Machado?

Algunos le critican haber firmado el Decreto Carmona, cuando el intento de golpe de estado en el 2002, o haberse reunido con Bush en la Oficina Oval en el 2005. Pero lo cierto es que esta cuarentona de buen ver, hija de un empresario con una tenista, resultó ser la diputada electa con mayor cantidad de votos, en toda Venezuela, el pasado septiembre de 2010. Algo tiene que a la gente le cae bien. Algo tiene que, al escucharla, es como si la cortina de discursos se resquebrajase un poco más y fuese posible ver algo de la realidad venezolana.

Por extensión, también se puede ver un poco más de la realidad cubana. Lástima que nuestras diputadas isleñas, nuestras delegadas al congreso del partido, no tengan un par de ovarios como los de María Corina Machado.

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